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#argentinaARTE DEL SIGLO XV AL SIGLO XIX
Escena fantástica: caballero con hombrecillos encaramándose a su cuerpo
1627 - 1630. Pluma, Tinta parda sobre papel verjurado, agarbanzado, 184 x 100 mm. Museo del Prado - No expuesto
Este hombre enmascarado, de perfil, encarna a uno de los protagonistas de la Commedia dell’Arte, un espectáculo teatral y carnavalesco de origen italiano muy popular y atractivo para los artistas, que lo plasmaban frecuentemente en distintos medios.
Se trata de Il Capitano, mercenario oportunista y avaricioso que alardea de su fuerza y valentía, así como de sus conquistas militares y carnales, aunque sin convencer a los que lo rodean, conscientes de su naturaleza fanfarrona y cobarde.
Suele ser un extranjero -en Nápoles, concretamente, es un español, como probablemente lo sea en este dibujo- que viste un traje a medio camino entre el de un gentilhombre y el de un soldado y lleva una gran espada que nunca desenvaina. Ribera representa al personaje en una de sus posturas establecidas, con la espalda muy recta y una mano en la cadera, y con una de sus particulares formas de andar, con pequeños pasos en los que apoya primero la punta de los pies y luego el talón mientras se pavonea.
Su máscara suele tener una nariz larga -de connotaciones fálicas- y un bigote que puede ser recto y con los pelos de punta, como aquí, o rizado hacia arriba en sus extremos. El atuendo que viste en esta ocasión Il Capitano permite además relacionar el dibujo con la práctica de plasmar en estampas las formas de vestir de las distintas nacionalidades, en ocasiones con carácter satírico.
A los españoles se les solía representar, como en este caso, con una abultada gorguera, sombrero cónico de ala ancha, bigote y adornos en los zapatos y en las medias.
Lo que más llama la atención de este dibujo es la presencia de siete figurillas masculinas desnudas, aproximadamente del tamaño del antebrazo del personaje, que se encaraman a su cuerpo: cinco en su sombrero, una sobre la mano derecha, agarrada a la nariz, y otra subiendo por la espada, a modo de funambulista. Salvo el hombrecillo que se agarra a la nariz y mira al espectador, los demás parecen absolutamente concentrados en su objetivo de llegar a la cúspide del sombrero, ayudándose unos a otros, como si estuvieran ejecutando un ejercicio acrobático.
Estos mismos hombrecillos, con actitudes muy similares, los encontramos en otros dos dibujos de Ribera y existen dos diseños más de su mano en los que aparecen pequeñas figuras desnudas y sin cabello sobre cabezas grotescas, pero su inmovilidad y su inquietante carácter dramático las alejan de las del dibujo de Madrid.
El significado de las pequeñas figuras trepadoras y su relación con Il Capitano todavía no han sido descifrados. No es una fantasía casual y aislada, y claramente para Ribera debe de tener un significado concreto, dado que la repite en diversos dibujos. Por ahora sólo se ha encontrado una iconografía parecida en un dibujo de Salvator Rosa que Mahoney fecha en los años cuarenta, pero los hombrecillos no están desnudos y su actitud no es la misma.
Se pueden encontrar pequeños hombres junto a personajes de gran tamaño en las antiguas representaciones del río Nilo o en la écfrasis de Hércules y los pigmeos en las Imágenes de Filóstrato, pero ninguna de estas iconografías parece adaptarse a lo que quiere transmitir aquí Ribera. Aunque no se puede descartar, tampoco parece que esté intentado plasmar el famoso pensamiento del filósofo del siglo XII Bernardo de Chartres, Somos como enanos a los hombros de gigantes.
Dado el carácter satírico del dibujo, una posibilidad es que Ribera esté caricaturizando a un personaje concreto, quizás algún español poderoso, ambicioso y cobarde, cuya soberbia le impediría percatarse de cómo otros se aprovechan de su situación.
Brown relacionó este misterioso dibujo con la estampa Cabeza grotesca pequeña de 1622 y lo fechó hacia ese año. Sin embargo, tal como señaló Mena, la presencia de rasgos discontinuos para crear el contorno de la figura y a la vez dar sensación de movimiento lo acercan a las obras de finales de la década. Es necesario, atendiendo a sus innegables similitudes, relacionar este dibujo con la estampa Figura grotesca con un hombrecillo en la cabeza, incluida en la serie Caricaturas (1736-47) del grabador británico Arthur Pond.
Según la inscripción, el dibujo original para esta estampa se encontraba en la colección del doctor Charles Peters (1695-1746)?, coleccionista y médico de Jorge II, y se creía de Pier Francesco Mola. Pero el estilo, que lo aleja de las obras de Mola, y la presencia del hombrecillo defecando apuntan más bien hacia Ribera como autor del dibujo.
Claramente, Pond no utilizó el dibujo del Prado como modelo, y tenemos que plantear la hipótesis de un original de Ribera hoy perdido. Sorprenden los rasgos animales de la figura, ya que Ribera no representó ninguna figura zoomórfica de este tipo.
Esta estampa podría sugerir que Ribera sí realizaba esta clase de representaciones, de las que hoy no quedan ejemplos, o bien puede tratarse de una interpretación de Pond para hacer el dibujo más interesante y acercarlo a otras estampas de la serie en las que aparecen animales, como Travelling Governour [sic], copia de Pier Leone Ghezzi. Es posible incluso que -quizás por el mal estado del dibujo- Pond no pudiera identificar que la figura llevaba una máscara y los sustituyera por rasgos animales (Texto extractado de Cenalmor, E.; Finaldi, G., y Payne, E.: José de Ribera. Dibujos. Catálogo razonado, Museo Nacional del Prado, 2016, pp. 176-178).
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Escena fantástica: caballero con hombrecillos encaramándose a su cuerpo - Colección - Museo Nacional del Prado (museodelprado.es)
Sobre el autor del dibujo:
RIBERA, JOSÉ DE
Játiva, Valencia, 1591 - Nápoles, 1652
Ribera es, cronológicamente, el primero de los grandes maestros españoles que surgieron en las décadas centrales del siglo XVII.
Los comienzos de su educación artística son todavía objeto de conjetura, pero hay constancia de su presencia en Parma en 1611, cuando tenía veinte años. Cuatro años más tarde se encuentra en Roma, en una colonia de pintores extranjeros y llevando quizá una vida bohemia: se cuenta que abandonó la ciudad para escapar de sus acreedores. Para 1616 estaba en Nápoles, donde se casó con la hija de Bernardino Azzolino, un importante pintor local de reconocido prestigio.
El reino de Nápoles estaba entonces bajo el dominio de España, y Ribera vivió en su capital por el resto de su vida.
Además de tener importantes clientes de Roma y otras ciudades aparte de Nápoles, el joven pintor fue pronto descubierto por el virrey español, el duque de Osuna. Por mediación del duque y de todos los virreyes siguientes (el duque de Alcalá, el conde de Monterrey y el duque de Medina de las Torres), su obra entró a España, y en particular a la colección real.
De hecho, Felipe IV llegó a poseer más pinturas de Ribera que de ningún otro artista español (alrededor de cien, distribuidas entre El Escorial y el Palacio Real).
A pesar de la influencia que ejerció Ribera sobre los pintores españoles, los críticos e historiadores del arte estiman que su estilo, tipos y temas son marcadamente extranjeros.
Ribera adoptó una forma extrema del naturalismo de Caravaggio, que se manifiesta en su uso de fuertes contrastes de luz y sombra y en su galería de personajes toscos presentados con crudo realismo, pero también absorbió rasgos de otros lenguajes artísticos de la época tales como el clasicismo boloñés y el color romano.
Tal diversidad de medios expresivos fue única entre sus contemporáneos españoles.
Además de los temas religiosos, Ribera cultivó otros géneros que no tenían paralelo en España, tales como sus series de mendigos y de filósofos de la Antigüedad, o escenas inspiradas en la mitología clásica, que debe haber conocido a fondo.
También fue dibujante prolífico y experto grabador, ocupaciones poco comunes entre los artistas españoles de ese período.
Desde el punto de vista técnico, las pinturas de Ribera se caracterizan por su grueso empaste, que les da una calidad táctil y que el artista empleó de manera muy efectiva para representar diferentes texturas y dar una impresión de tridimensionalidad monumental (Pérez d'Ors, P. en: Del Greco a Goya. Obras maestras del Museo del Prado, Museo de Arte de Ponce, 2012, pp. 91-92).
Ribera, José de - Colección - Museo Nacional del Prado (museodelprado.es)
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