Si bien la línea parece estar cada vez más difusa, está claro que los humanos pueden hacer muchas cosas que las máquinas aún no pueden. Por ejemplo, los accesos automatizados no pueden saltarse el famoso mensaje “No soy un robot”, mecanismo conocido técnicamente como CAPTCHA (Completely Automated Public Turing test to tell Computers and Humans Apart), y que sirve para prevenir el spam y el abuso de tecnologías maliciosas en la web.
¿Para qué sirven los CAPTCHA?
Básicamente, su funcionamiento sigue la premisa de que, a pesar de que las máquinas pueden ser mucho más rápidas y precisas al procesar información, todavía poseen dificultades para realizar tareas que para los humanos son sencillas, tales como reconocer patrones de texto, imágenes o identificar objetos de una misma familia.
En ese contexto, uno de los CAPTCHA más conocidos a nivel mundial es el botón “No soy un robot”, ampliamente odiado por los usuarios que desean entrar a sitios web rápidamente, pues cuando aparece, es necesario pulsarlo antes de seguir con cualquier otra acción. ¿Su rol? Se trata de un filtro para la seguridad de las páginas web, ya que sirve para distinguir entre usuarios humanos y programas automatizados.
Cómo el botón “No soy un robot” nos protege a todos
Desde su introducción, los CAPTCHA han sido fundamentales para prevenir distintos tipos de abusos o crímenes en la web, especialmente dentro de foros y/o sitios que requieren completar formularios.
Recordemos que el CAPTCHA se creó en respuesta al caos causado por los mensajes spam en los buzones de correo electrónico y foros online durante la década de los 90′. Años más tarde, en el 2000, un joven de 22 años llamado Luis von Ahn creó el CAPTCHA como un sistema para demostrar que el usuario no era un robot
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