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SOCIEDAD | 03-09-2024 17:09
Traders: la nueva tribu urbana
Los jóvenes que buscan vivir de las finanzas. Look, jerga y falsos lujos. El caso Saulle.
Las redes sociales han inaugurado la era de los influencers, los cuales se dedican a todo tipo de rubros. Vida sana y fitness, turismo, crítica literaria y cinematográfica y hasta analistas políticos, miles de personas se convirtieron en referentes en redes en base a su promoción en el mundo virtual. Pero, en los últimos años, el segmento que más crece es el de los especialistas en economía personal, o gurúes financieros, que le “venden” a sus seguidores cómo amasar fortunas con poco esfuerzo.
Los influencers económicos prometen una vida rodeada de lujos y extravagancias al que siga sus consejos. Al calor de estos nuevos actores sociales se formó una troupe de jóvenes que imitan estos comportamientos y que dieron surgimiento a una nueva tribu urbana: los traders.
Es que los jóvenes ya no sueñan con ser rockeros, como los "rolingas" de los 90, sino que ahora el nuevo patrón que identifica a muchos de ellos es el de ser inversores que manejan al dedillo los avatares del mercado financiero y se vuelven millonarios de la noche a la mañana con sus inversiones, las cuales están envueltas en un halo de sospecha. A pesar de su corta edad, los traders -o "ponzibros", como los bautizó el programador Maximiliano Firtman por sus esquemas espurios para obtener dinero- son una de las nuevas tendencias entre los jóvenes argentinos.
Exhibición
La definición de tribu urbana explica que se trata de una identidad compartida de manera grupal y expresada a través de ciertos hábitos y comportamientos. En el caso de los traders, la estética es clara. En primer lugar, siempre se muestran rodeados de monitores y computadoras que exhiben gráficos ininteligibles pero que dan la apariencia de tratarse de mega inversiones.
Otro ítem fundamental para su identificación es compartir un lenguaje común, y en el caso de los traders es fundamental el uso de neologismos y anglicismos para aparentar un expertise en el rubro de las finanzas internacionales. Así, entre elllos, se refieren como “bro” y una simple llamada telefónica se convierte en una “call” para darle mayor prestancia.
Más aún, algunos se refieren a sus inversiones, o al menos las que dicen hacer, como estar metidos en la “jungla”, y los más osados se autodenominan “toros”, como traders que van al frente. Siguiendo con el reino animal, en este universo uno de los ídolos máximos -y al cual los traders veneran con posteos en sus redes- es Belfort, el personaje encarnado por Leonardo Di Caprio en “El Lobo de Wall Street”.
Pero el rasgo que más identifica a quienes pertenecen a este grupo es cómo se exhiben ante el resto. La opulencia para sostener su discurso de éxito instantáneo es casi una obligación. La ropa de marca, preferentemente camisas o chombas, un reloj grande en la muñeca izquierda, grandes lentes esfumados y el pelo cuidadosamente rapado a los costados conforman el cóctel que los muestra exitosos.
Otros optan por un estilo más Steve Jobs, el fundador de Apple, quien siempre usaba una polera con cuello alto. Este look, además, les aporta el halo de parecer genios de la tecnología, un aspecto clave para aquellos que dicen ser gurúes de las criptomonedas, un mundo desconocido para el gran público.
El combo de lujos se completa con viajes y autos deportivos. Uno de los destinos predilectos y que se convirtió en la meca de los traders no es ni Estados Unidos ni Europa, sino Dubai, lugar que señalan como el futuro. Los autos, en tanto, son indispensables en todas las publicaciones en redes y siempre son marcas de alta gama de convertibles o deportivos como Maserati o Lamborghini.
Humo
Pero a pesar de pasearse en autos lujosos y mostrarse en hoteles cinco estrellas, lo cierto es que esto no es más que una puesta en escena. En la City porteña afirman que hay compañías que alquilan locaciones y vehículos para que estos jóvenes realicen posteos y publicaciones, adjudicándose propiedades y bienes que no son suyos. Un negocio redondo.
Es que por más que insistan en este estilo de vida exitoso, lo cierto es que los millones instantáneos que dicen obtener no existen. Sus prácticas están más cercanas a fraudes o esquemas Ponzi donde todo no es más que una cortina de humo en la que sólo unos pocos, los que están en la cima de la pirámide, obtienen ganancias. Y en esa cima no hay jóvenes, sino adultos que se aprovechan.
De hecho, el reciente crimen de Franco Saulle, de solo 19 años, encendió las alarmas sobre los riesgos que pueden traer estas prácticas para chicos que son sólo adolescentes e ingresan en un universo donde incitan a la gente a grandes inversiones. La primera hipótesis que se barajó fue que se había debido a un “ajuste de cuentas” por algún “negocio” que salió mal entre el joven y alguno de sus clientes asesorados.
Lejos de cambiar el mundo a través de la paz, como la primera tribu urbana, los hippies, este nuevo grupo representa otro clima de época. Ya no se busca cambiar la realidad colectiva, sino el éxito individual y la exhibición. Pero, a diferencia de otros grupos con carácter más naif, muchos de los mecanismos en los que incurren representan serios riesgos.
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