En primer lugar desde niño recuerdo los suicidios por auto incineración, casi siempre en venganza a maridos infieles o maltratadores. Pero ya médico, vi en la morgue una chica de 16 años que se “había prendido candela con keroseno y gasolina” por qué el padre no la dejaba tener novio. Con su vestido de quince años no había permitido que el fuego quemara su bello y juvenil rostro.
La otra fue una mujer que se envolvió en su vestido de novia y se acostó en la bañera y se empapó en gasolina y keroseno. El olor a cerdo asado se extendió por la cuadra. Cuando el esposo se acercaba del trabajo, los vecinos le gritaban –Fulano, así que estas asando un puerco en casa y no nos invita”. El marido corrió, sospechoso, y se encontró con el panorama.
Estos actos eran ya una tradición en Cuba, de darse candela y salir encendida corriendo por la calle, envueltas en llamas. No sé si aún ocurren. La prensa como siempre: silencio. No eran seres humanos.
Recuerdo un caso de una joven mujer traída en camilla por sus familiares con ambos antebrazos colgados solo por la piel. Se había desangrado ya y estaba muerta. Su hermana con el cuero cabelludo cercenado detrás con la cachucha o mechón de pelo recogido en una cinta a ver si los cirujanos la adherían otra vez a la dama, que parecia una muñeca maltratada por su dueña chiquilina.
Todo con un arma terrible: el machete cubano.
DR ORLANDO VICENTE ALVAREZ
CUBANO URUGUAYO
GENIO
SELF ICINERATION, SUICIDED BY FIRE
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