Les comparto mi reseña de otro libro que no se lee mucho de Dostoievski pero que es excelente: La patrona.
"Mire, señor: ¡el débil no aguanta la soledad! Pruebe darle todo y él mismo volverá y se lo devolverá; dele medio para que gobierne, pruebe, ¿y qué cree? Enseguida se meterá dentro de una bota y se quedará ahí escondido. ¡A un corazón estúpido no le sirve la libertad!"
Tenía ganas de releer a Dostoievski, pero no quería enfrascarme en sus novelas magnas, de cientos de páginas puesto que no tengo mucho tiempo libre y es por ello que decidí releer "La Patrona", su tercera novela escrita en 1847, cuando el genial escritor ruso promediaba los veintiséis años.
Dostoievski había escrito ya algunos cuentos y dos novelas. Había pasado del debut glorioso e inesperado con su novela "Pobres Gentes", de ser la nueva promesa de las letras rusas al desencanto y el fracaso debido al rechazo y la incomprensión de su segundo libro, "El Doble".
Digamos que Dostoievski se encontraba en un impasse, pero seguí apostando a escribir puesto que confiaba férreamente en que su modo de vida sería como novelista e intentaría a toda costa consagrarse aunque le llevara décadas.
"La Patrona" pertenece a esa etapa en donde posicionamos tanto al autor como a algunos de sus personajes en el estadío de un "soñador". Luego de su exquisita nouvelle, "Noches Blancas", el autor disponía de sentimientos apaciguados que serían interrumpidos por su detención dos años más tarde por formar parte de un grupo revolucionario que intentaba atentar contra el Zar y que lo llevó a un simulacro de ejecución y su posterior deportación como prisionero a Siberia durante cuatro años.
Saldría por las puertas de esa prisión otro Dostoievski marcado a fuego por los sufrimientos de la vida y volcaría todo ese bagaje psicológico en lo futuros personajes célebres de sus novelas más extensas.
Pero volviendo a esta novela, Dostoievski crea una historia en donde el triángulo Ordínov-Murin-Katerina oscila entre el delirio místico y el ardor amoroso. Ordínov, el personaje principal es un pariente cercano del narrador de "Noches Blancas", un soñador que no encaja en la sociedad, que vive sólo y desamparado y condicionado a no poder establecer vínculos afectivos con las personas.
En una iglesia se encontrará con la bella Katerina y Murin, un viejo de características terribles y facciones malévolas y su interés hará que les alquile un rincón (ni siquiera una habitación) en el edificio en el que viven.
A partir de allí se sucederán situaciones que acercarán a Ordínov con Katerina pero que en forma directamente opuesta hará que Murin intervenga para torcer la naturaleza de la historia.
Como en toda novela de Dostoievski, los estados febriles, el delirio, el deseo y las pasiones más tormentosas nos harán eclosión en estos tres personajes que parecen poseídos, hechizados.
Las relaciones entre Ordínov y Katerina anticiparán a aquellas que encontraremos más adelante en otros libros como por ejemplo entre Sonia y Raskólnikov (quien al igual que Ordínov, sufrirá postrado los peores cuadros de acceso febril y delirio) de "Crimen y Castigo" o entre Vania y Natacha de "Humillados y Ofendidos" y que ya habíamos vivido con el narrador y Nasténka de "Noches Blancas". Su atracción a Katerina es muy fuerte pero choca contra Murin. Es que no comprende qué fuerza ata a esa extraña pareja ni cuál es el poder de hechizo o embrujo que Murin utiliza en Katerina. Tanto Ordínov como el lector disponen de muy pocas pistas para acercarse a la verdad.
También es necesario comentar que la novela roza por momentos pasajes existencialistas, conflictos espirituales, ensueños inalcanzables y en otros casos la presión psicológica impuestas por Dostoievski en los personajes será casi insostenible.
"La Patrona" es una novela corta pero muy intensa que atrae (y confunde un poco al lector a veces) y que tal vez no es de las más conocidas de Dostoievski y podría decirse además que en esa época tampoco le generó a él la posibilidad de recuperar todo aquello que había perdido luego del fracaso de "El Doble", pero lo que sí sabemos es que de una u otra manera y conjuntamente con sus escritos subsiguientes, le abrió una pequeña puerta de acceso al inmenso talento literario que disfrutaríamos más tarde con sus novelas más gloriosas.
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