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Solidaridad Uruguay .
Lo daban por desaparecido desde hace 30 años y fue encontrado por una vendedora de café
El hombre vivía en la calle y ella le ofreció, gratuitamente, un desayuno caliente. Así comienza esta historia de ribetes semejantes a una novela y que, mediante un gesto, de apariencia inadvertido, logró revertir el destino de dos familias.
La vida los cruzó la fría mañana del último día de junio, cuando Fischela, mamá de dos hijos, realizaba su recorrido rutinario, vendiendo café, pizzas y empanadas, labor que encontró como salida cuando al comienzo de la pandemia perdió su trabajo.
En medio de su trayecto, mientras se dirigía a un local donde suelen comprarle algunas viandas matinales, advirtió la delgada figura de un hombre, sentado en la vereda, enfrentando las bajísimas temperaturas.
“Me detuve y le ofrecí un café caliente que él no quería aceptar, explicándome que no tenía dinero para pagarlo. Le dije que no se lo estaba vendiendo, sino regalando y fue así que comenzamos a hablar” afirma Fischela, quien antes de marcharse le obsequió además una de sus pizzas y algunos ojitos.
En el relato, el hombre, cuya identidad es Pedro Falaguián, contó que era oriundo de Treinta y Tres, pero llevaba unos 30 años viviendo en la calle, en el sur del país. Había formado parte del ejército siendo muy joven, conformado una familia en la cual nacieron sus tres hijos, pero el alcohol le jugó una mala pasada. Cuando supo que este flagelo le había ganado la partida, prefirió alejarse y abandonarlo todo, “para no perjudicar a los suyos”.
Fue así que tras buscarlo largamente, cuatro años después, su esposa, hijos y hermanos, lo dieron por desaparecido, imaginando el peor desenlace.
Sin embargo, Pedro, que pasó inadvertido frente a miles de ojos en 30 años de situación de calle, estaba de pronto, frente a lo que él, hoy define como un ángel de la guarda, disfrazado de vendedora de café.
Luego de escucharlo y dialogar por un momento, esta madre debía continuar con sus ventas, pero la situación de ese hombre no se alejaba de su mente. Así que llegó a su casa y fue lo primero que contó a su esposo e hijos, esperando con ansias lo que no se animaba a plantear pero que llegó precisamente de la voz de su pareja “debemos traerlo a casa y encontrar a su familia”.
Más info: diarioeleste.uy
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