WALDEN (Henry David Thoreau)
«Es una tarde deliciosa, en que todo el cuerpo es un solo sentido y bebe la delicia por cada poro. Voy y vengo con una extraña libertad en la naturaleza, como parte de ella. Mientras camino por la pedregosa orilla de la laguna en mangas de camisa, aunque el tiempo es frío, además de nublado y ventoso, y no veo nada que me atraiga en especial, todos los elementos resultan insólitamente agradables. Las ranas mugidoras trompetean para anunciar la noche y la nota del chotacabras nace del viento ondulante sobre el agua. Me deja casi sin aliento la simpatía con el palpitante aliso y las hojas del álamo; sin embargo, como el lago, mi serenidad se ondula, pero no se arruga. Las pequeñas olas levantadas por el viento de la tarde están tan lejos de la tormenta como la suave superficie reflectante. Aunque ahora oscurece, el viento sopla y ruge aún en los bosques, las olas salpican y algunas criaturas arrullan a las demás con sus notas. El reposo nunca es completo. Los animales más salvajes no reposan, sino que buscan ahora su presa; el zorro, la mofeta y el conejo rondan por los campos y los bosques sin miedo. Son los vigilantes de la naturaleza, los vínculos que
unen los días de vida animada.»
Ilustración de Garth Glazier
Lo que callamos los lectores ∞
21 min
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