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Sunday, August 8, 2021

L a nueva religión obligatoria, el culto woke, se va afianzando en todos los ámbitos de la vida. En Netflix, por ejemplo, es casi imposible ver una película, o una serie, sin moraleja, reprimenda o voluntad de ejemplo. Los malos siempre son europeos varones, cristianos y conservadores

 La nueva religión obligatoria, el culto woke, se va afianzando en todos los ámbitos de la vida. En Netflix, por ejemplo, es casi imposible ver una película, o una serie, sin moraleja, reprimenda o voluntad de ejemplo.

Los malos siempre son europeos varones, cristianos y conservadores. ¡Con lo que darían de sí, para la causa feminista, las historias de sumisión de la mujer en el Islam! O para el género detectivesco una investigación sobre yihadistas en las barriadas de Barcelona, París o Londres. ¿Y qué me dicen de los dramas y largometrajes épicos que saldrían con las vidas de los cristianos nigerianos masacrados? O de los millones de venezolanos exiliados.

Pero ya sabemos que este tipo de películas no interesan. En el guión de la inmensa mayoría de películas de Netflix, la empresa y Occidente tienen la culpa. El terrorista, como la crispación y las fakes news, viene invariablemente de la derecha blanca supremacista. Ya no hay gays o inmigrantes malos, igual que no hay tradicionalistas (europeos) buenos. Y siempre hay un negro, o un moro, bueno que, de la mano de una mujer empoderada, ayuda a salvar a la sociedad de una amenaza capitalista o fascista.

libertad digital.españa


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