Hoy es fácil decir que es un pintor del siglo XVIII. Pero al decirlo se omite el factor tiempo, y que se necesitó mucho, aun en pleno siglo XIX, para que Renoir fuese reconocido como gran artista. Para lograrlo, el pintor original, el escritor original, proceden a la manera de los ocultistas. El tratamiento –por su pintura, su literatura– no siempre es agradable. Cuando ha terminado, nos dicen: Ahora miren. Y entonces el mundo, que no fue creado de una vez sino que lo es tan a menudo como surge un nuevo artista, nos resulta –tan diferente del antiguo– perfectamente claro. Adoramos las mujeres de Renoir, Morand o Giraudoux, en las que antes del tratamiento nos negábamos a ver mujeres. Y queremos pasearnos por el bosque que el primer día nos había parecido todo menos un bosque, y sí por ejemplo, un tapiz de mil matices en el que faltarían justamente los matices de los bosques. Ese es el nuevo universo perecedero y nuevo que crea el artista y que durará hasta que surja uno nuevo.
- Marcel Proust
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