«La vida es siempre la culminación de algo que primero es despejamiento de sentido y, como se dice, intentamos darle a la vida un sentido. Así pues, el mejor modo de comenzar a darle un sentido es no creer que ella misma es el sentido. Ocurre que ella sea la culminación del sentido. Si hay algo absolutamente cierto es que no es a darle un sentido a la vida a lo que llega el discurso psicoanalítico. Da un sentido a montones de cosas, a montones de comportamientos, pero no da sentido a la vida. Por otra parte, tampoco a lo que sea que comience a reflexionar sobre la vida. Cuando el biólogo, el comportamentalista, comienza a considerar cómo eso se comporta, puede en efecto hablar de lo que llamaba hace un rato conservarse, y si empuja un poco las cosas, hablará de supervivencia. ¿Sobrevivir a qué? Esa es la cuestión. En cuanto al ser hablante, hay algo que se llama el acto, y eso produce allí, sin la menor duda, el sentido. La característica del acto en tanto que tal es exponer la vida, arriesgarla, ese es estrictamente su límite. No me pondré a exponer la apuesta de Pascal para decir que la vida, para quien piensa y siente un poco, no tiene estrictamente sino un sentido: poder jugarla. ¿A cambio de qué? Sin duda, de innumerables otras vidas. No deja de ser cierto que de lo que se trata es de jugarla, de la apuesta. El punto en el que nos encontramos es que [...] fuera del riesgo de la vida no hay nada que dé un sentido a la llamada vida.»
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*Jacques Lacan
Conferencia en Louvain (13/10/1972)
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