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Friday, April 2, 2021

Sobre la guerra de Malvinas -Juan López y John Ward- Jorge L. Borges Les tocó en suerte una época extraña. El planeta había sido parcelado en distintos países, cada uno provisto de lealtades, de queridas memorias, de un pasado sin duda heroico, de derechos, de agravios, de una mitología peculiar, de próceres de bronce, de aniversarios, de demagogos y de símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos, auspiciaba las guerras. López había nacido en la ciudad junto al río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad por la que caminó Father Brown. Había estudiado castellano para leer el Quijote. El otro profesaba el amor de Conrad, que le había sido revelado en un aula de la calle Viamonte. Hubieran sido amigos, pero se vieron una sola vez cara a cara, en unas islas demasiado famosas, y cada uno de los dos fue Caín, y cada uno, Abel. Los enterraron juntos. La nieve y la corrupción los conocen. El hecho que refiero pasó en un tiempo que no podemos entender. 1 comentario Luis Fuera De Foco Luis EN TRES PALABRAS DEFINE PERFECTAMENTE EL ABSURDO!!!!!....................................GENIO!!!

 

La poética de Jorge Luis Borges s
La poética de Jorge Luis Borges sobre la guerra de Malvinas
-Juan López y John Ward-
Jorge L. Borges
Les tocó en suerte una época extraña.
El planeta había sido parcelado en
distintos países, cada uno provisto de lealtades,
de queridas memorias, de un pasado
sin duda heroico, de derechos, de agravios,
de una mitología peculiar, de próceres de
bronce, de aniversarios, de demagogos y de
símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos,
auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al
río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad
por la que caminó Father Brown.
Había estudiado castellano para leer
el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que
le había sido revelado en un aula
de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron
una sola vez cara a cara, en unas
islas demasiado famosas, y cada
uno de los dos fue Caín,
y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve
y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en
un tiempo que no podemos entender.
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El planeta había sido parcelado en
distintos países, cada uno provisto de lealtades,
de queridas memorias, de un pasado
sin duda heroico, de derechos, de agravios,
de una mitología peculiar, de próceres de
bronce, de aniversarios, de demagogos y de
símbolos. Esa división, cara a los cartógrafos,
auspiciaba las guerras.
López había nacido en la ciudad junto al
río inmóvil; Ward, en las afueras de la ciudad
por la que caminó Father Brown.
Había estudiado castellano para leer
el Quijote.
El otro profesaba el amor de Conrad, que
le había sido revelado en un aula
de la calle Viamonte.
Hubieran sido amigos, pero se vieron
una sola vez cara a cara, en unas
islas demasiado famosas, y cada
uno de los dos fue Caín,
y cada uno, Abel.
Los enterraron juntos. La nieve
y la corrupción los conocen.
El hecho que refiero pasó en
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