La lectura, en contraste con la conversación, consiste para cada uno de nosotros en recibir la comunicación de otro pensamiento, pero siempre en soledad, es decir, disfrutando de la potencia intelectual que uno tiene en la tranquilidad -y que la conversación disipa inmediatamente- continuando con el poder de la inspiración, permaneciendo en ese pleno y fecundo trabajo del espíritu sobre sí mismo.
Marcel Proust
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