Lento, amargo animal.
Lento, amargo animal que soy, que he sido, amargo desde el nudo de polvo y agua y viento que en la primera generación del hombre pedía a Dios. Amargo como esos minerales amargos que en las noches de exacta soledad —maldita y arruinada soledad sin uno mismo— trepan a la garganta y, costras de silencio, asfixian, matan, resucitan. Amargo como esa voz amarga prenatal, presubstancial, que dijo nuestra palabra, que anduvo nuestro camino, que murió nuestra muerte, y que en todo momento descubrimos. Amargo desde dentro, desde lo que no soy, —mi piel como mi lengua— desde el primer viviente, anuncio y profecía. Lento desde hace siglos, remoto —nada hay detrás—, lejano, lejos, desconocido. Lento, amargo animal que soy, que he sido.
*Jaime Sabines.
Ciencia ficción: el apocalíptico testimonio de una mujer que asegura haber viajado al año 3780
Una bomba atómica, guerra contra robots y ruinas.Ruinas, edificios prendidos fuego, cuerpos de personas, autos destruidos y otros objetos prendidos en una extraordinaria llama rosada”. Aparentemente, toda esta destrucción habría sido ocasionada por una guerra de lásers entre la humanidad y los robots.La mujer asegura poseer un pedazo de la piel de uno de estos robots del futuro;
La mujer asegura poseer un p
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