Un cambio que Punta del Este viene registrando desde hace años, ha sido la sobre construcción edilicia. Esta ha afectado, en parte, su imagen. “la Riviera del Sur” es un privilegiado lugar que también ha venido experimentando diversos cambios.
Refugio veraniego de la alta y bien conectada internacionalmente aristocracia argentina, brilló desde sus inicios a principios del Siglo XX. Su fama se catapultó a raíz de los Festivales de Cine, organizados por Mauricio Litman, al que asistían grandes estrellas de América y Europa, así como concursos de belleza, desfiles de moda, mega fiestas y muchas otras actividades que le significó la calificación de “Party Town”.
También congregó grandes eventos, como la Conferencia Interamericana de Presidentes y fue escala de la regata Whitbread de Vuelta al Mundo.
A partir del retorno a la democracia en 1985, fue sede de los más grandes congresos y convenciones internacionales. Un hecho no menor, quizás no tan recordado, es que en la época del presidente Lacalle Herrera pasaban sus vacaciones acá presidentes de otros países de la región.
Todo esto, además de su belleza natural, contribuyó a crearle una gran fama internacional.
Hoy vive otro boom no menos bienvenido: gracias al aumento exponencial de residentes permanentes, Punta del Este ha dejado de ser, fuera del verano, la ciudad fantasma que fue y que incluso daba miedo de recorrer a los no muchos turistas extra-regionales que la visitaban.
Ahora que se anuncia una torre de oficinas de 25 pisos en pleno Gorlero, cabe pensar que La Península tal cual la conocíamos ya no será la misma, ni mejor ni peor. Distinta.
Un cambio que Punta del Este viene registrando desde hace años, ha sido la sobre construcción edilicia. Esta ha afectado, en parte, su imagen.
Nos referimos especialmente a la destrucción de las grandes mansiones de la costanera de la Mansa, hermosísimas residencias, parques y jardines, de variados estilos, que deslumbraban a los visitantes.
Lo malo fue que muchas de ellas fueron substituidas por edificios sin ninguna belleza y elegancia. Algo que a causa de la voracidad fiscal y la necesidad de ofrecer trabajo temporal puede terminar matando la gallina de los huevos de oro.
Y como bien lo demuestran las obras del Ingeniero Eladio Dieste, belleza y elegancia no implican lujo u ostentación.SIGUE
Refugio veraniego de la alta y bien conectada internacionalmente aristocracia argentina, brilló desde sus inicios a principios del Siglo XX. Su fama se catapultó a raíz de los Festivales de Cine, organizados por Mauricio Litman, al que asistían grandes estrellas de América y Europa, así como concursos de belleza, desfiles de moda, mega fiestas y muchas otras actividades que le significó la calificación de “Party Town”.
También congregó grandes eventos, como la Conferencia Interamericana de Presidentes y fue escala de la regata Whitbread de Vuelta al Mundo.
A partir del retorno a la democracia en 1985, fue sede de los más grandes congresos y convenciones internacionales. Un hecho no menor, quizás no tan recordado, es que en la época del presidente Lacalle Herrera pasaban sus vacaciones acá presidentes de otros países de la región.
Todo esto, además de su belleza natural, contribuyó a crearle una gran fama internacional.
Hoy vive otro boom no menos bienvenido: gracias al aumento exponencial de residentes permanentes, Punta del Este ha dejado de ser, fuera del verano, la ciudad fantasma que fue y que incluso daba miedo de recorrer a los no muchos turistas extra-regionales que la visitaban.
Ahora que se anuncia una torre de oficinas de 25 pisos en pleno Gorlero, cabe pensar que La Península tal cual la conocíamos ya no será la misma, ni mejor ni peor. Distinta.
Un cambio que Punta del Este viene registrando desde hace años, ha sido la sobre construcción edilicia. Esta ha afectado, en parte, su imagen.
Nos referimos especialmente a la destrucción de las grandes mansiones de la costanera de la Mansa, hermosísimas residencias, parques y jardines, de variados estilos, que deslumbraban a los visitantes.
Lo malo fue que muchas de ellas fueron substituidas por edificios sin ninguna belleza y elegancia. Algo que a causa de la voracidad fiscal y la necesidad de ofrecer trabajo temporal puede terminar matando la gallina de los huevos de oro.
Y como bien lo demuestran las obras del Ingeniero Eladio Dieste, belleza y elegancia no implican lujo u ostentación.SIGUE
VER
http://correopuntadeleste.com/quo-vadis-punta-por-damian-argul/?fbclid=IwAR2_URjE-O-hhou5gI9pD-gscOSh5OpAUg2fThVvbxuHVWMyMyuP62MJJWw
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