"Las lesiones de órgano y el narcisismo
Veamos los puntos alcanzados en todas las elaboraciones analíticas hechas actualmente acerca de las afecciones psicosomáticas: todos los autores concuerdan en que esas afecciones psicosomáticas -o como yo las llamo, "lesiones de órgano"- deben ser incluidas en el cuadro de la teoría del narcisismo y, más precisamente, consideradas una perturbación de la identificación narcisista. El paradigma, el mayor ejemplo de perturbación narcisista, es la paranoia; como decía Freud, la parafrenia. En la época de Freud, la parafrenia era una entidad que agrupaba la paranoia y otros delirios crónicos. Hoy no se diría ya que la parafrenia y la paranoia son la misma cosa; la influencia norteamericana complicó, en Francia, las clasificaciones gnoseológicas.
Recuerdo, en dos palabras, cómo concibe Freud el narcisismo. La mayor parte de ustedes lo sabe, aunque lo que no se sabe bien, de modo general, es situar sus diferentes fases y etapas. Dos casos, el de Schreber y el de una mujer con neurosis obsesiva, enseñaron a Freud cómo pensar el narcisismo o, en todo caso, cómo pensar las diferentes fases del desenvolvimiento libidinal.
La primera fase es autoerótica en la cual las pulsiones parciales están separadas -no intrincadas como sucede con el sujeto neurótico- y cada una procura satisfacción sobre el cuerpo propio. Me parece importante observar que este término, "autoerotismo", implica la satisfacción autoerótica.
Hay otra fase, la última, que debo mencionar ahora, donde todas las pulsiones están concentradas sobre una elección de objeto, o sea sobre un partenaire sexual. Lo importante es que en esta fase todas las pulsiones actúan, operan, se ejercen sobre el objeto, bajo la égida del falo o, como diría Freud, de los órganos genitales.
En este punto, las cosas se complican porque, a causa de Schreber, Freud inserta una nueva fase entre las dos que acabo de mencionar, y la llama "estadio narcisista" -no fase-, caracterizado por el hecho de que fue realizada la elección de objeto. Todas las pulsiones parciales están concentradas en un objeto exterior, extraño, pero al mismo tiempo ellas retornarán sobre el yo, se ejercen sobre el yo, que se torna el primer objeto sexual. Es por eso que cada vez que se oye la palabra "narcisismo" se debe agregar "posterior", o sea secundario. No hay sino narcisismo secundario -luego hablaremos del primario-, que es el narcisismo clínico por excelencia. Algo muy importante en relación con la teoría lacaniana es que este narcisismo secundario se constituye bajo el dominio del falo, esto es de una elección que ya fue hecha sobre un objeto sexuado, o para hablar en nuestros términos, el significante fálico recubre la operación narcisista.
Finalmente, la cuarta etapa. En 1913, Freud estudia el caso de una mujer estéril, obsesiva, pero que en el inicio no lo era. Freud se sorprende al constatar que esta mujer manifiesta síntomas obsesivos muy nítidos, muy claros, de tendencia sádico-anal, después del regreso de su marido de un viaje. Plantea entonces otra hipótesis, según la cual se debe agregar todavía otro estadio, antes de la fase final, que no es secundario, pero donde las pulsiones se ejercen sobre un objeto que exige la égida fálica, sin que se trate de objetos genitales. Para resumir: tenemos una primera fase autoerótica; una última, en la cual se hace una elección de objeto genital; una segunda, cronológicamente posterior, que es el narcisismo en el caso de la paranoia y, finalmente, una fase en la cual las pulsiones se ejercen sobre una elección de objeto pregenital. Sugiero la lectura, al respecto, de un pequeño texto de Freud, poco leído, que explica bien esto, mejor que la Introducción al narcisismo: "La disposición a la neurosis obsesiva -una contribución al problema de la elección de neurosis".
En lo que nos interesa, que es la lesión de órgano, querría indicarles la manera como Lacan, en un texto antiguo de alrededor de 1950, trata la hipertensión arterial maligna, para aplicar su esquema de la matriz del estadio del espejo. El estadio del espejo es la traducción de la teoría del narcisismo de Freud, con la diferencia de que Lacan inventa un elemento decisivo, un artificio muy importante que, en mi opinión, provocó muchos problemas en nuestras instituciones y, al mismo tiempo, presenta una ventaja notable: el espejo. En lugar de afirmar que hay una elección de objeto, se quita la palabra "objeto" y se coloca un "espejo", se quita el partenaire sexual y se coloca el espejo. Esto significa que, para Lacan, la cuestión se plantea entre un yo y un espejo o, con más precisión, entre un pequeño cuerpo prematuro, que no se sostiene muy bien-el niño-y una imagen ideal que podrá aprehender. La más importante característica del estadio del espejo es que se trata de un drama que se desarrolla entre un cuerpo prematuro y una imagen total idealizante que lo traspasa, pero que el niño sabrá aprehender. El cuerpo no estará a la altura de esa imagen, pero "él" sabrá aprehenderla libidinalmente.
Les dije al comenzar nuestro trabajo que, en el triángulo imaginario, entre el yo y la imagen, el personaje principal no es ni la imagen ni el yo y sí la libido. Es el elemento fundamental de lo imaginario. Se debe pensar la libido como una energía de tipo potencial, o sea que surge, que se desenvuelve cuando hay una distancia. El ejemplo más claro de energía potencial es el de la catarata. Baste con que haya dos niveles, y aun otras contradicciones, para que la energía surja. En el caso que nos ocupa, los dos niveles sobre el cuerpo prematuro y una imagen idealizante.
Dos textos de Lacan hablan sobre el estadio del espejo: uno, de 1936 y otro, de 1948. En un texto muy importante sobre la agresividad Lacan hace trabajar de modo clínico el estadio del espejo; les recomiendo especialmente para pensar la cuestión psicosomática y entender qué es la lesión de órgano, la lectura de "El estadio del espejo" y "La agresividad en psicoanálisis". Lacan hace dos aplicaciones clínicas de esto: una, para la psicosis y otra, para la lesión de órgano y, en particular, para la hipertensión arterial.
Con respecto a las psicosis, reúne un conjunto muy extenso y diverso de formas diferentes, de conductas del paranoico, que van desde el sentimiento de persecución, resentimiento, gestos agresivos, actos nocivos, envenenamiento, etc., hasta llegar al suicidio. No se trata de una serie de organizaciones típicas de la paranoia en particular, pues él las había estudiado para su tesis de la paranoia de autopunición. Formula la hipótesis de que todas esas formas hablan de un estancamiento (stagnation) formal, una fijación formal de la distancia entre el yo y la imagen. No lo aplica sólo a la paranoia; también intenta hacer lo con la hipertensión arterial maligna. Hay dos formas: una roja y una blanca. Esta última es letal, y aparece en las jóvenes grávidas. Lacan dice que se reconoce que este estancamiento formal del yo en la relación con la imagen se produce en determinados momentos de la vida. Sostiene la idea de una evolución temporal; llama a estos momentos "de crisis" y describe cuatro: a los dos, ocho, dieciocho y treinta y cinco años. En cada una de esas crisis hay una cristalización, una fijación de la distancia entre el yo y la imagen, bajo una forma agresiva. Según él, se trata de la del andamio sobre el cual se sustenta la agresión. Observo, entre paréntesis, que cuando trabajemos el pasaje al acto retornaremos a esta cuestión de la agresión considerada como un estancamiento formal entre el yo y la imagen, con la diferencia de que Lacan considera -acercándose a la posición clásica de los analistas de esa época entre los cuales se encuentra Alexander- que en la hipertensión arterial hay inhibición de la agresión a la cual sustituye la lesión arterial. Propone, entonces, hacer curvas sinusoidales para mostrar lo que se produciría en varios momentos, en el transcurso de la vida."
Juan David Nasio, "Los gritos del cuerpo".
No comments:
Post a Comment