Algo tiene el desierto, cuando Jesús, los profetas y los ermitaños lo eligen para encontrar a Dios. Puede ser un lugar de conversión. Toda la Cuaresma y su austeridad bebe de esa tradición. "La seduciré, la llevaré al desierto, y le hablaré al corazón", dice Dios en Oseas 2,14, expresando su deseo de encontrar al hombre, al alma.
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