EL CAFÉ EN EL TANGO
por Carlos Araujo
El café es una institución barrial que abarca un amplio abanico de situaciones. Lugar de encuentros, refugio de solitarios, sitio de estudio, de trabajo, de esparcimiento, todas tareas realizadas en compañía de un pocillo de cafá.
El tango, al reflejar la vida de la Ciudad, no podía estar ausente en la temática del café, con algunas descripciones insuperables. Enrique Santos Discépolo supo describir con habilidad inusual, las principales características del café en su impecable “Cafetín de Buenos Aires”, que junto a la música de Marianito Mores y la impecable versión de Edmundo Rivero, constituyen un documento excepcional: “De chiquilín te miraba de afuera/ como a esas cosas que nunca se alcanzan…/ La ñata contra el vidrio/ en un azul de frío,/ que solo fue después viviendo/ igual al mío…/ …En tu mezcla milagrosa / de sabihondos y suicidas,/ yo aprendí filosofía, dados, timba / y la poesía cruel / de no pensar más en mí…”.
La nostalgia de los años jóvenes, de la barra esquinera y de los amores juveniles, se añoran ante el humo del café recién servido. Los amigos de siempre se reunen, si es posible en la misma mesa y la cadena de recuerdos va creciendo, eslabón por eslabón. Cacho Castaña supo transmitir con precisión muchos de estos sentimientos en su creación “Café La Humedad”: “Humedad…Llovizna y frío…/ Mi aliento empaña el vidrio azul del viejo bar…/ No me pregunten si hace mucho que la espero;/ un café que ya está frío y hace varios ceniceros…/Café La Humedad, billar y reunión;/ Sábado con trampas; ¡que linda función ! / Yo solamente necesito agradecerte / la enseñanza de tus noches / que me alejan de lamuerte…/”.
El relato depresivo de tiempos ya vividos, se evocan en el ambiente nostálgico del café, como bien lo señalan Homero Manzi y Alfredo Malerba en “Mi taza de café”: “La tarde está muriendo detrás de la vidriera / y pienso mientras tomo mi taza de café./ Desfilan los recuerdos, los tiempos y las penas,/ las luces y las sombras del tiempo que se fue./ La calle está vacía, igual que mi destino./ Amigos y cariños, barajas del ayer./ Fantasma de la vida, mentiras del camino / que evoco mientras tomo mi taza de café/”.
El drama del emigrante que evoca a su tierra natal, a sus ancestros y familiares ha sido tratado en muchas oportunidades, ya que el aluvión inmigratorio al país, fue motivo más que suficiente para volcarlo en las letras de tango. El tango “Cafetín”, de Homero Expósito y Argentino Galván, cuenta las penas de aquellos que dejaron su hogar en tierras lejanas: “Cafetín / donde lloran los hombres / que saben el gusto / que dejan los mares…/ Cafetín / y esa pena que amarga / mirando los barcos / volver a sus lares…/……/¡Cafetín / yo no tengo esperanzas / ni sueño, nialdea / para regresar !/”.
Las manifestaciones artísticas y culturales fueron cultivadas por grupos selectos que elegían el café para mostrar sus creaciones. Poetas, escritores, pintores, escultores y músicos integraron esa plataforma de figuras inolvidables, que hoy son de culto, como lo señala el tango de Héctor Negro y Eladia Blazquez “Viejo Tortoni”: “Viejo Tortoni, refugio fiel / de la amistad junto al pocillo de café./ En este sótano de hoy la magia sigue igual / y un duende nos recibe en el umbral…/ Viejo Tortoni, en tu color / estará Quinquela y el poema de Tuñón…/ Y el tango aquel de Filiberto, / como vos, no ha muerto;/ vive sin decir adios…/”.
El recuerdo de lo que no fue, o el final de lo que fue, los romances truncos y las decepciones amorosas, fueron situaciones vividas en el café. Cátulo Castillo y Héctor Stamponi compusieron el hermoso tango “El último café”: “Llega tu recuerdo en torbellino./ Vuelve en el otoño a atardecer…/ Miro la garúa y mientras miro / gira la cuchara de café…/ Del último café / que tus labios, con frío / pidieron esa vez / con la voz de un suspiro…/ Recuerdo tu desdén, / te evoco sin razón,/ te escucho sin que estés:/ “Lo nuestro terminó”, / dijiste en un adios / de azúcar y de hiel…/”.
El tango “Café de Los Angelitos”, de Cátulo Castillo y José Razzano, evoca las reuniones de payadores y cantantes de tango que acostumbraban encontrarse en ese centro de reunión tanguera: “¡Café de Los Angelitos! / Bar de Gabino y Cazón…/ yo te alegré con mis gritos / en los tiempos de Carlitos,/ por Rivadavia y Rincón./ Cuando llueven las noches sus fríos;/ vuelvo al mismo lugar del pasado / y de nuevo se sienta a mi lado / Betinotti templando su voz…/”.
Los personajes que concurren al café, están supeditados a un horario y se diferencian netamente. El que desayuna difiere del que almuerza o del que toma una copa a la media tarde o a la salida del trabajo. Federico Silva y Tito Cabano escribieron “En la madrugada”, que nos dice: “Una esquina de ayer / en las horas que el sol / hace rato apoliya / y en la silla de un bar / una dama vulgar / y un galán que la afila. /…/ Arrabaleros cafetines / donde empeñan sus abriles / las muchachas de percal / y entre las copas sin historia / cada historia es una copa / que derrama la ciudad./”. Los recuerdos y nostalgias del café, han quedado magistralmente registrados en esos tangos nacidos en aquel Buenos Aires que se fue.
FUENTE: EL BUENOS AIRES QUE SE FUE
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