Mis padres bailaban el tango en los bares de Leandro Nicéforo Alem en los 40. La gente paraba para verlos bailar. Mi mamá me dijo que un día bailaría como mi papá. Me acomplejó y nunca aprendí a bailar nada. A fines de los 90 decidí quitarme la espina en Vancouver. Tomé clases de grupo con un maestro argentino Carlos Loyola. En noviembre del 2001 en un viaje a Buenos Aires le dije a mi madrina/prima hermana Inesita Kuker que yo ahora bailaba el tango. Me dijo, "Voy a llevarte con mi amiga Dolly (78 años) a un club de banco en Olivos. Vas a bailar con ella y yo me voy a reir de vos." La pista estaba llena y bailé sin poder mostrar los firuletes que había aprendido. Bailé sin que nadie me notara. Inesita no se rió y celebramos con una botella de Möet Chandon. No he bailado desde esa noche. En la foto Inesita conmigo en La Redonda, Juramento y Cabildo.
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- Cacho Faudacualquiera pi¡uede aprender yo te doy un consejo primero escucha tangos
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11Federico Montes De Oca y 10 personas más
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