Me gustan los pájaros porque vuelan y no vuelan. Porque se zambullen en las aguas y las nubes. Porque sus huesos están llenos de aire. Por la pelusa impermeable que tienen bajo las plumas. Por esas garras que han desaparecido de las alas pero que se han conservado en las patas, salvo en esas en forma de remo, dignas también de todo nuestro respeto. Me gustan los pájaros por sus patas de palillo, y por las torcidas también, cubierta en ocasiones por escamas púrpuras, amarillas o azules. Por su andar elegante majestuoso, y por su cojera, que siempre da la impresión que la tierra que hay bajo sus pies se balancee. Por esos ojillos desorbitados que nos ven a su manera. Por los picos puntiagudos, con forma de tijeras, curvos,aplastados, largos o cortos. Por las pecheras emplumadas, los penachos, las crestas, los collarines, los volantes, las almillas, los pantalones, los abanicos y los ribetes. Yo mismo valoro en gran medida no solo la grisura en el pelaje del ave, la cual nunca resulta monótona, sino también el abigarramiento, el cual en la época del celo siempre se las arregla para ofrecernos algún efecto adicional. Me gustan los pájaros por sus nidos, sus huevos y las bocas reptilianas abiertas de par en par de los polluelos. Y, finalmente, por esas voces chirriantes y melodiosas que gorjean, trinan y gorgotean.
- Wislawa Szymborska
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