Los biógrafos del poeta americano Walt Whitman dicen que nadie lo vio reír ni una sola vez en su vida. Era un hombre dulce y alegre que lo comprendía todo, alguien para quien las anomalías no constituían milagros del absurdo. No se creía superior a ningún otro ser. En los dos extremos de la humanidad podría situarse a Filemón —que murió de risa al ver a un burro comiendo higos— y al gran poeta Walt Whitman. Adviertan que si Filemón rio con tal exceso fue únicamente porque se sabía superior a un burro, siendo él poeta, y porque este burro, tan diferente de Filemón, tomaba el mismo postre que él. También tenemos un retrato de Walt Whitman en el que este viejo poeta, paralizado y con rostro grave, asiste al error de una mariposa que se ha posado sobre su brazo como sobre un tronco de árbol muerto.
- Marcel Schwob
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