Los libros son modificados por los lectores. Por ejemplo, el Martín Fierro que leemos ahora no es el mismo que escribió José Hernández, sino el que leyó Leopoldo Lugones, que sin duda lo enriqueció. Otro tanto sucede con El Quijote y con Hamlet. Hamlet no es el mismo que concibió Shakespeare a principios del siglo diecisiete; Hamlet es también el Hamlet que leyó Goethe, o el que leyó Coleridge, o el que leyó Bradley. Por eso yo creo que es conveniente que se mantenga el culto del libro, ya que el libro es una cosa viva y en permanente desarrollo.
- Jorge Luis Borges (autor de Pierre Menard, autor del Quijote)
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