«“De cada uno según su capacidad; a cada uno según sus necesidades.” Todos los que estamos aquí sabemos lo que es padecer verdaderas necesidades. He ahí una gran injusticia. Pero hay una injusticia todavía más amarga que ésa…, que se le niegue a uno el derecho a trabajar según su capacidad. Trabajar toda una vida inútilmente. Negarle la oportunidad de servir. Es mucho mejor que nos quiten los beneficios de nuestro bolsillo a que nos roben las riquezas de nuestra mente y nuestra alma.
Algunos de vosotros los jóvenes que estáis aquí esta mañana tal vez sintáis la necesidad de ser maestros o enfermeras o líderes de vuestra raza. Pero a la mayor parte de vosotros os será negado. Tendréis que venderos para un fin inútil al objeto de manteneros vivos. Seréis rechazados y derrotados. El joven químico recoge algodón. El joven escritor es incapaz de aprender a leer. A la maestra se le mantiene en una inútil esclavitud ante una mesa de planchar. No tenemos representantes en el gobierno. No tenemos voto. En este gran país, somos los más oprimidos de todos. No podemos levantar nuestra voz. Nuestra lengua se pudre en la boca por falta de uso. Nuestro corazón se vacía y pierde fuerza para conseguir nuestro fin.
¡Gente de la raza negra! Llevamos en nosotros todas las riquezas de la mente y el alma humana. Ofrecemos el más precioso de todos los regalos. Y nuestro ofrecimiento es recibido con burla y desprecio. Nuestras ofrendas son pisoteadas en el barro e inutilizadas. Se nos condena a un trabajo más inútil que el de las bestias. ¡Negros! ¡Debemos levantarnos y unirnos nuevamente! ¡Debemos ser libres!»
Carson McCullers | El corazón es un cazador solitario (fragmento)
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