Bertrand Russell: "No creo que los seres humanos corrientes puedan ser felices sin pugna, porque la pugnacidad ha sido, desde el origen del hombre, el estímulo para las actividades más serias. Por consiguiente, no debemos intentar abolirla, sino procurar que tome formas que no sean demasiado perjudiciales. Primitivamente, consistía en el conflicto entre dos hombre para ver cuál de ellos asesinaba al otro y a su mujer y sus hijos; en nuestros tiempos la pugna bajo la forma de la guerra todavía presenta estas características. Pero en el deporte, en la rivalidad literaria y artística y en la política parlamentaria, adquiere formas que hacen muy poco daño y que, sin embargo, ofrecen un escape bastante adecuado para nuestros instintos combativos. Lo que está mal a este respecto no es el que tales formas de lucha sean malas, sino el que constituyen una parte demasiado insignificante de la vida de los hombres y mujeres corrientes" («Autoridad e individuo»; México: Fondo de Cultura Económica, 1961 [1949], página 20).
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