“Mi madre, pobre pececillo,
deseosa de ser feliz, apaleada dos o tres veces por
semana, diciéndome que fuera feliz: “¡Henry, ¡sonríe!
¿por qué no sonríes nunca?”
y entonces sonreía ella, para enseñarme,
y era la sonrisa más triste que he visto nunca.
un día se murieron los peces, los cinco,
quedaron flotando en el agua, de lado,
con los ojos todavía abiertos,
y cuando mi padre llegó a casa se los tiró al gato
en el mismo suelo de la cocina y nosotros nos quedamos mirando y mi madre
sonreía.”
• Charles Bukowski
La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, después de una imperiosa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me dolió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita.
- Jorge Luis Borges
[Comienzo del cuento 'El Aleph"]
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