Durante muchos años, por un error del editor que se había equivocado en el retrato de la contratapa, leí obras de Balzac pensando que tenía el rostro de Amiel, es decir, un rostro alargado, magro, elegante, enfermizo y metafísico. Solo cuando más tarde descubrí el verdadero rostro de Balzac su obra para mí cambió de sentido y se me iluminó. Cada escritor tiene la cara de su obra. Así me divierto a veces pensando cómo leería las obras de Víctor Hugo si tuviera la cara de Baudelaire o las de Vallejo si se hubiera parecido a Neruda. Pero es evidente que Vallejo no hubiera escrito los Poemas Humanos si hubiera tenido la cara de Neruda.
- Julio Ramón Ribeyro
No comments:
Post a Comment