"Si agarras un sapo, lo pones en una olla con agua y llevas al fuego, observaras algo interesante: el sapo se adapta a la temperatura del agua, permanece dentro y continúa adaptándose al aumento de temperatura. Pero cuando el agua llega al punto de ebullición, al sapo que le gustaría saltar de la olla, no puede. Porque está demasiado débil y cansado debido a los esfuerzos que ha realizado para adaptarse a la temperatura.
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Algunos dirían que lo que mató al sapo fue el agua hirviendo... en realidad lo que mató al sapo fue su incapacidad para decidir CUÁNDO saltar.
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Así que deja de "adaptarte" a situaciones equivocadas, relaciones abusivas, amigos parasitos y muchas otras cosas que te "calientan". Si continúas adaptándote, corres el riesgo de "morir" por dentro.
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¡Salta apenas puedas!"
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