Cuando escribo a mano soy más sincero. Es porque me separo de mi yo “literario”. En cuanto me siento ante la máquina de escribir, los dedos ya empiezan a activarse, a alterarse, a ponerme en el encajonamiento del escritor.
Cuando tomo la pluma, todo resulta más incómodo, más embarazoso, poco natural, y, por lo tanto, no existe la misma facilidad.
Te pondré un ejemplo. Picasso, hablando de su obra, dice a menudo que, cuando ha acabado de pintar una tela, si hubiese en ella algo bonito o encantador, lo cortaría, porque eso serían expresiones de su facilidad.
Quiere algo que le salga de las entrañas, con lo cual tenga que luchar, algo que no sea precisamente agradable.
Resulto, naturalmente, más literario cuando escribo a máquina. Todo sale con mayor locuacidad, y también más atildado.
En cambio, con la pluma hay más esfuerzo, y el material parece que proceda de otra fuente.
- Henry Miller
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