Caminando por las calles de una ciudad, uno se convierte en coleccionista de rostros, algunos de los cuales se quedan con nosotros para siempre. "Todo ser humano, desde el más humilde hasta el más distinguido", pensaba Goethe, "arrastra consigo un secreto que le haría ser odiado por todos los demás si lo descubrieran". O quizás —me inclino yo a añadir— atraería nuestra simpatía o incluso nuestro amor, si de forma milagrosa averiguáramos de qué se trata.
- Charles Simic
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