Breve crítica a Heidegger y a Sartre. Espero les sea de provecho.
𝐃𝐞 𝐥𝐚 𝐛𝐫𝐞𝐯𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐜𝐫𝐢𝐭𝐢𝐜𝐚 𝐨 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐇𝐞𝐢𝐝𝐞𝐠𝐠𝐞𝐫 𝐲 𝐒𝐚𝐫𝐭𝐫𝐞
De Heidegger, un filósofo que no apruebo, solo rescatataría su rescate (v.red) o vuelta a las preguntas por el ser que se plantearon los pre-socráticos en la antigua Grecia. Parte de su ontología del ser (al menos cuando no es ininteligible), y su defensa a los valores clásicos. Él, como Hegel, parecen ver algo en lo abstracto, una metafísica dotada por la excelencia que los demás desestiman y eso es realmente interesante. Volver a poner la pregunta de las preguntas («¿Por qué existe algo y no mas bien nada?») en el centro, es de una novedad notable en el siglo XX cuando menos. Su «ser para la muerte», estéticamente elevado. También valoro una que otra pincelada de La existencia auténtica y la Existencia inauténtica, entramados que parece haber trabajado desde esa lógica donde desembocaría cualquier autor del siglo XIX (Feurbach [alienación], Kierkegaard [angustia], Marx [phatos de la indignación ≠ conciencia], Nietzsche [vitalidad]) para hablar del nivel de conciencia («lo despierto») en el sujeto corriente. De resto, me parece un pensador nefasto. Considero que sentir aversión por todo místico es siempre un prejuicio en el que no hay que caer. Pero en Heidegger, especialmente, todos sus aparentes aportes –embalsamados como pócimas de un oráculo con clientela auto-sutentable– desde la hermenéutica, hasta el giro en el lenguaje, como también su lexicografía obscura, inerte, y prácticamente todas sus tesis (cuando se le puede detectar alguna; tarea complicada) todo parece constituir el ejemplo más grande del vicio filosófico siempre proporcional entre obscuridad y vacuidad. En Heidegger como en la mayor parte de su discipulaje, parece cumplirse aquella famosa vituperación y sentencia de: "entre mas obscuro más vacío" (...), "La nada nadea". No obstante, la crítica que le hace el maestro Mario Bunge me parece vulgar. Heidegger curiosamente, tiene críticos ciegos, malos críticos. Pero solo en Heidegger se cumple esa extrañeza donde aún en los mas radicales y aciagos hay forma y precisión. Por ejemplo, Carnap, positivista lógico a veces cuadriculado, no pudo tener mayor razón cuando intentó hallar atisbo lógico a las líneas de Ser y Tiempo. Una masacre particular.
De Sartre el filósofo, mi crítica justo en la misma línea. La diferencia en él, solo sería de propuesta y enfoque. Con la variación de que este es incapaz de reconocer en el helenismo, la lid. Peor aún, califica toda filosofía trascendentalista de digestiva y a Kant de fraude. No demarca, desconoce el fin práctico del quehacer científico. A pesar de dejarse llamar marxista, llama a Marx y a Engels, cosificadores de la dialéctica (Crítica de la razón dialéctica - Del juramento, p.318). Escupe en cada cosa y cada cierto tiempo. Su manifiesto hecho panfleto (El existencialismo es un humanismo), carece de rigor para hacer el activismo que él pretendió. Lo interesante en él, sería cómo abordó la tesis de La libertad. Como concepto ontológico casi fisiológico («El existencialismo ateo que yo represento es más coherente. Declara que si
Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto,
y que este ser es el hombre, o como dice Heidegger, la realidad humana. ¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada. Sólo será después, y será tal como se haya hecho. Así, pues, no hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla.» J. P. Sartre, El existencialismo es un humanismo, p.5, Ediciones del 80, Barcelona), volcado al fenómeno y al sujeto que le ambiciona. Su materialidad («una pura eyección») repetitiva a lo largo de toda su obra, parece solo pretender eso, originalidad. Como literato Sartre es bueno. Escribe bien. Una prosa poderosa como la de su tradición. Como filósofo, un humanista confundido.
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