Cuento antiguo:
Shih, el carpintero, se dirigía hacia el reino de Chi cuando llegó a Chu Yuan y descubrió un roble que servía de lugar de reunión de la población, sus ramas más bajas -algunas de las cuales eran tan grandes como para poder construir con ellas varias embarcaciones- se hallaban a unos veinte metros de altura, tenía más de veinte metros de diámetro y su copa era tan grande como para dar sombra a un centenar de bueyes. La muchedumbre se congregaba alrededor del árbol como lo hace en la plaza de un mercado. Nuestro carpintero, sin embargo, ni siquiera lo miró cuando pasó por su lado.
Su aprendíz, sin embargo, no cesaba de mirarlo y se dirigió a su maestro, Shih, diciéndole: <<Maestro, desde que soy tu alumno jamás había visto un árbol tan hermoso como éste. Pero tú, sin embargo, has pasado a su lado sin siquiera hecharle un vistazo>>.
Shih, el carpintero, replicó: <<¡Atiende! Ése árbol es inútil. Si hiciera una barca se hundiría; si construyera ataúdes se pudrirían; si lo aprovechara para hacer herramientas se romperían de inmediato; si hiciera una puerta rezumaría resina; si hiciera vigas las termitas acabarían pronto con ellas. Es una madera inútil que no sirve para nada. Por eso ha podido vivir tanto>>.
Cuando el carpintero Shih retornó a casa el roble sagrado se le apareció en sueños y le dijo: <<¿Con qué me comparas? ¿ Me comparas acaso con árboles útiles como los ceresos, los perales, los naranjos, los limoneros, los pomelos y los demás árboles frutales? A ellos se les maltrata cuando la fruta está madura, se les quiebran las ramas grandes y las pequeñas quedan maltrechas. Su misma utilidad es la que les amarga la vida. Por eso llaman la atención de la gente vulgar y son talados antes de alcanzar la vejez. Así sucede con todo. Hace mucho tiempo intento ser inútil y, aún así, en diversas ocasiones casi han conseguido destruirme. Al final, sin embargo, he llegado a ser completamente inútil, lo cual, me resulta muy provechoso. ¿ Crees que si hubiera servido para algo me hubieran permitido crecer tanto? Además, tanto tú como yo somos cosas y ¿cómo puede una cosa juzgar a otra? ¿Qué puede saber un hombre inútil y mortal como tú sobre un árbol inútil?>>
Shih, el carpintero, despertó y trató de comprender su sueño. Entonces su aprendíz le preguntó << Si quería ser inútil ¿Porqué le sirve de santuario a la población?>>
Shih, el carpintero, respondió << ¡Calla! Su única intención era no ser dañado por aquellos que ignoran su inutilidad. Si no se hubiera convertido en un árbol sagrado probablemente hubieran terminado talándolo, por ello se ha protegido de un modo diferente a como suelen hacerlo el resto de las cosas. Por tanto, cometeríamos un grave error si juzgáramos a éste árbol con criterios ordinarios>>.
Chuang Tzu
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