Toda la vida de Tolstoi se desarrolla bajo el signo de la fuga. Fuga de la condición social. Y económica en que ha nacido. Fuga del destino de escritor. Fuga de sí mismo. Fuga de la vida [...].
“Me voy a alguna parte, así nadie me encontrará… Dejadme tranquilo… Hay que escapar a alguna parte”: son las últimas palabras de Tolstoi, en la noche del 6 al 7 de noviembre de 1910.
Escapar de la vida, no estar más en ella. Viviendo, no pretendió otra cosa. Y es con este talante de prófugo que ha visto límpidamente la vida, que la ha repetido, digámoslo así, en sus páginas.
- Leonardo Sciascia
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