48 min ·
EL EXTRAÑO
Unos cuantos años después que yo naciera, mi padre conoció a un extraño, recién llegado a nuestra pequeña población. Desde el principio, mi padre quedó fascinado con este encantador personaje, y enseguida lo invitó a que viviera con nuestra familia.
El extraño aceptó y desde entonces ha estado con nosotros.
Mientras yo crecía, nunca pregunté su lugar en mi familia; en mi mente joven ya tenía un lugar muy especial.
Mis padres eran instructores complementarios:
Mi mamá me enseñó lo que era bueno y lo que era malo y mi papá me enseñó a obedecer.
Pero el extraño era nuestro narrador.
Nos mantenía hechizados por horas con aventuras, misterios y comedias.
El siempre tenía respuestas para cualquier cosa que quisiéramos saber de política, historia o ciencia.
¡Conocía todo lo del pasado, del presente y hasta podía predecir el futuro!
Llevó a mi familia al primer partido de fútbol.
Me hacia reír, y me hacía llorar.
El extraño nunca paraba de hablar, pero a mi padre no le importaba.
A veces, mi mamá se levantaba temprano y callada, mientras que el resto de nosotros estábamos pendientes para escuchar lo que tenía que decir, pero ella se iba a la cocina para tener paz y tranquilidad. (Ahora me pregunto si ella habrá rogado alguna vez para que el extraño se fuera.)
Mi padre dirigió nuestro hogar con ciertas convicciones morales, pero el extraño nunca se sentía obligado para honrarlas. Las blasfemias, las malas palabras, por ejemplo, no se permitían en nuestra casa… Ni por parte de nosotros, ni de nuestros amigos o de cualquiera que nos visitase. Sin embargo, nuestro visitante de largo plazo, lograba sin problemas usar su lenguaje inapropiado que a veces quemaba mis oídos y que hacia que papá se retorciera y mi madre se ruborizara.
Mi papá nunca nos dio permiso para tomar alcohol. Pero el extraño nos animó a intentarlo y a hacerlo regularmente.
Hizo que los cigarrillos parecieran frescos e inofensivos, y que los cigarros y las pipas se vieran distinguidas.
Hablaba libremente (quizás demasiado) sobre sexo. Sus comentarios eran a veces evidentes, otras sugestivos y generalmente vergonzosos.
Ahora sé que mis conceptos sobre relaciones fueron influenciados fuertemente durante mi adolescencia por el extraño.
Repetidas veces lo criticaron, mas nunca hizo caso a los valores de mis padres, aun así, permaneció en nuestro hogar.
Han pasado más de cincuenta años desde que el extraño se mudó con nuestra familia. Desde entonces ha cambiado mucho; ya no es tan fascinante como era al principio.
No obstante, si hoy usted pudiera entrar en la guarida de mis padres, todavía lo encontraría sentado en su esquina, esperando por si alguien quiere escuchar sus charlas o dedicar su tiempo libre a hacerle compañía...
¿Su nombre?
Nosotros lo llamamos Televisor...
Nota:
Se requiere que este artículo sea leído en cada hogar .
¡Ahora tiene una esposa que se llama Computadora
y un hijo que se llama Celular!
Autor anónimo
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Música y facismo, según Luis Alberto Spinetta.
"Hay un montón de música popular nefasta. Hoy se la consume con avidez pero, tarde o temprano, cuando todos crezcan y vean el legado que les han dejado a sus hijos, la falta de creatividad y la poesía, se van a dar cuenta de que les dejaron nada más y nada menos que una bolsa llena de basura. ¿Sabés lo que me imagino con mucha suspicacia? Que después va a haber arrepentidos de esas músicas porque para mí algunos son torturadores de oídos.
-¿Se podría hablar de fascismo musical?
--¿Y por qué no? Ese fascismo está en crear un modelo para la estupidez, como método previo para poder manejar a la gente. Provocar estupidez de las personas hasta finalmente anularlas y dominarlas. “El bajo hampa y la prostitución”, como decía Michel Foucault. Deja de ser divertido para convertirse en una mueca de la muerte. Es una risotada que anticipa el momento del horror.
La gente siempre necesitó que le digan las cosas claras y, en estos últimos años, hay mucho texto y mucho mensaje que pareciera provenir de un cerebro idiota, en todos los órdenes. Por eso es que tenemos que combatir a ese enemigo todo lo que podamos, porque no se puede sumar en base a ese gran cerebro idiota. Así es como después la gente sale a robar.
Hoy más que nunca hay que marcar la diferencia, pero no por falsas ideas progresistas, sino a través de un poco de conocimiento, de lectura, de inventiva. Es necesario usar la imaginación contra el cerebro adormecedor y anulador de sentimientos. Y no me refiero solamente a la música. Hablo de esas caras de tarados que tenemos que soportar en la televisión. De esos delincuentes que tratan de crear en sí mismos el efecto de juez y verdugo y son una basura para nuestra cultura. [...] Los de la canción romántica y el pop subtropical, los “himneros” de la recaudación discográfica, son viciosos de lo fácil, porque ganan un montón de plata con dos tonos, un plagio y una letra horrible, y aprovechan la necesidad de la gente de escuchar algo fácil. (,,,) Hay toda una enorme basura flotando, una especie de cana gigante"•
(Fragmento del capítulo "El jardín de las delicias", del libro de Juan Carlos Díaz "Martropía. Conversaciones con Spinetta". Los conceptos derivan de una explicación de su tema "El enemigo", editado en 2001,)
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