Se sabe, por ejemplo, que cuando Mann, al escribir esa obra maestra que es Doktor Faustus, llegaba a un callejón sin salida, acudía sin pensarlo al teatro. Especialmente a las Comedias de Shakespeare, que leía para distender y potenciar su escritura, buscando tramas, indagando en ese fantástico desfile que son los personajes del dramaturgo inglés, o simplemente por disfrutar, con el placer y la admiración de un alumno, la música de su lenguaje.
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