Después me puse a reflexionar sobre el sueño. Era la escena de nuestra juventud gloriosa ida para siempre. De nuestra mejor etapa de vida en que la existencia nos parecía un césped donde revolcándonos entre flores llenos de felicidad.
Ahora esos tiempos quedan en el recuerdo. Diseminados por el mundo mis compañeros sufren aun el desgarramiento del exilio aunque ya se hayan asentado con sus familias en nuevas tierras.
Por eso lloraba. Por los tiempos idos que me arrastraban a un pasado glorioso que el viento se llevó.
Eramos tan felices y no nos dabamos cuenta.
Eramos tan felices y no nos dabamos cuenta.
DR ORLAND VICENTE ÁLVAREZ
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