LA CHIQUI: UNA URUGUAYA
EXTRAORDINARIA.
Yo conocí a la Chiqui cuando vivía sola en una quinta no lejos de Montevideo.
Es la madre de mi cuñada-italiana A… ya casada con mi hermano W… en Punta del
Este. Me invitaron a su cumpleaños.
La
quinta era extensa y había mucho terreno de cultivo y una gran casa de 4 habitaciones con dos
baños donde la Chiqui vivía sola con sus
preciosos muebles antiguos, vitrinas repletas de copas de todos colores y para
diferentes bebidas y un gran hogar-chimenea-de mármol donde cabían como tres hombres y que ella prendía
con leña cuando hacía mucho frio.
También en la finca había otra cosa, un poco
apartada, que alquilaba a unos ancianos muy silenciosos y que no se metían en
su vida.
La Chiqui heredó todo el terreno de sus padres
y ya siendo muy joven se casó con un emigrante de Italia, muy masculino y serio pero
dulce con los hijos que tuvieron. Cuando ella habla del marido dice “el finado”
y lo amoroso que era.
Entre ambos plantaron viñedos construyeron
pequeñas piezas donde almacenaban el vino. Había un pozo conectado a un
manantial de donde sacaban el agua para consumo personal y para regar todo tipo
de cultivos que crecían fuertemente en aquella tierra fértil. No tenían que ir
al mercado a comprar vegetales. Todos se los daba la tierra y el mutuo trabajo, mientras los tres hijos iban a
la escuela.
Cuando los niños venían de la escuela ella
los obligaba a quitarse los zapatos a la entrada y colocarse algún tipo de
chancleta para que no ensuciaran el lindo piso. Así de obsesiva era con la
limpieza la Chiqui.
Así vivieron como felices en aquellos tiempos
donde la familia lo era todo.
El marido murió aún joven de un infarto. La Chiqui, después de llorarlo, se dedicó
con más ahínco al cultivo de la tierra, vendía huevos de un gran gallinero que
tenía próximo a la estancia de vinos. No
contenta con ello se dedicó a dar clases de costura-en aquel tiempo no había como
ahora todo tipo de ropa de fábrica- enseñando como diseñar trajes de novia y de
quinceañeras.
Cuando mi madre y mi hermano vinieron los
llevamos donde la Chiqui. Era ya una persona mayor de 82 años pero erguida y
trabajadora como si fuera joven aun.
Allí fue donde conocí a M…, una matrona un
poco obesa y cincuentona que hablaba sin parar con voz de leona enfurecida
mientras no soltaba el cigarrillo de la mano. Una incontinencia verbal, típica de
los uruguayos mayores. Se hablaba de cualquier cosa, menos de futbol y política sino podían rodear
cabezas y sangre por todos lados.
El banquete, como decirlo, una mezcla de
platos italianos y uruguayos y verduras, tomates, ajís aderezados con una
salsa que solo la Chiqui conocía el
secreto, endiabladamente deliciosa. Y un Mata hambre-carne en churrasco con
huevos duros y asados con leche, entre dos planchas de madera atadas con una
cuerda para sacar todos los jugos. Algo
solo permitido a los Dioses. Y la tarta, de fresa, albaricoque, durazno y mucho
merengue que fue el plato que completo el menú. Todo hecho días antes solo por
la Chiqui.
Después la trajimos a Punta del este. Nos
fuimos a la Playa La Mansa. Mamá Gloria con una bata de toalla y la Chiqui guiándola
hacia el agua- mamá solo decia que estaba ciega cuando requería un mimo o una atención especial, así
que todo el tiempo que estuvo en la playa
la Chiqui la cuidaba dentro del agua, guiaba sus pasos y Gloria hinchada de
placer.
Pasaron los años y la Chiqui tenía
problemas de Hipertensión y principio de Glaucoma. Así que la hija consiguió un
comprador para la finca y alquiló un espacioso apartamento en Maldonado, donde
estaría más cerca de su hija, mi hermano y de mí.
Yo la visito cada semana y a pesar que le
digo que no me prepare almuerzo, ella hace una “meriendita” gigante con
remolachas y champiñones y le saca el dulce
de la remolacha con una forma de lavado en agua tibia y después fría y después caliente
y así sucesivamente… y yo la engullo como un manjar exótico, después una tarta
de espinaca, sin harina-¿Cómo puede hacer eso? Que es una delicia.
Y nadie habla de enfermedades ni de muerte.
Es una viuda de mucha fe, aunque sin rosario pero si oraciones al levantarse y
acostarse. Y adora los chorizos rojos como mi madre gloria.
Le dicen Chiqui porque mide 1:50 de estatura.
Pero es pura dulzura y me da mucha felicidad.
Un corazoncito andante.
Un corazoncito andante.
Chiqui que vivas muchos años más
Dr Orlando
Vicente Álvarez.
cubano uruguayo.genio
cubano uruguayo.genio
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