¿PROPAGANDA ELECTORAL EN
HOSPITAL DE MALDONADO?
Hoy me llamó la atención
carteles de propaganda adheridos a todos los cristales de como 17
ventanillas que tiene el personal burocrático
para atender al público del Hospital Maldonado.
Ante todo quiero decirles que vivo en un país
democrático hace 25 años, con nacionalidad uruguaya y que he votado ya, por mi partido favorito,
en dos ocasiones, así que no me sorprenden los cartelones ni los pasquines por
todas partes cuando se acerca alguna elección o referéndum.
Los carteles que vi eran para una candidata
de izquierda G. G. cuyo eslogan decía “Cambia
la Cabeza”. Pero cómo, habíamos retrocedido
al siglo XVII cuando la revolución francesa inauguraba la guillotina para
cortar cabezas a diestra y siniestra- me recuerda a Castro que cortaba la testa a cualquiera que ya no le servía-y ahora esta
señora del partido de izquierda cuyo
nombre no es justo mencionar no se le ocurría
otra frase sobre “un lavado de cerero o perderás la cabeza” sino me entronizan en el poder.
Yo me acerqué a una de las ventanillas-la única
que atendía al público el primer día de
semana santa” y le dije, después de decirme que el laboratorio estaba cerrado
por una semana:
-¿No podía ser tan amable de darme un turno
con G.G?- lo necesito.
-¿Con quién? ¿Qué Doctora es esa?
-Esa que está en todos los carteles aquí mismo
en el cristal de su oficina. Yo siento que tengo que cambiar de cabeza, porque
la mía está cada vez más enferma. Y como la señora política dice que cambie la cabeza…
-No sé de qué me está hablando. Si no es
doctora vaya con la dirección del Hospital.
-¿Pero cómo le ponen carteles políticos por
todas partes y usted ni se ha fijado por
cuál va a votar?
-Eso no es asunto mío. Y déjeme tranquila con sus bromas que no estoy para eso
ahora.
Yo me retiré raudo de la ventanilla y me fui a la farmacia.
Una señora ya no joven atendía al público.
Me fijé que entre tantos carteles de que presentaran la Cedula, las recetas y
otras que se repetían ya no quedaba espacio para colocar otro cartel de la aspirante
a un cargo alto político.
Me dio los medicamentos pero por último no
pude contener mi verborragia:
-¿Por favor, me podía dar una dosis de G.G.?
-¿Qué medicamento ese? ¡Nunca lo había oído!
-Es de la política que se propagandiza por todo el hospital, aun sabiendo que es un
territorio neutral, apolítico y que no
puede aprovecharse de la ingenuidad de tantos ancianos…
-Ahh…
Yo no sé. No me meto en política, además, yo soy de los B… -otro Partido- y no
voto por la susodicha.
-Muchas gracias, compañera, por ser tan
comprensiva.Vi afuera un gran cartel donde se reclamaban mejores sueldos para el persona administrativo y me apiadé de ellas.
Salí
del Hospital y casi caigo encima de dos señoras sentadas bajo un árbol:
-¿Testigos de Jehovah?-les pregunto.
-Pues sí- me dijeron orgullosas-¿quiere
alguna de estas revistas?
Me excusé rápidamente. Aun los Testigos usan sus
métodos de proselitismo como
sabiendo que lo saben todo y que la hecatombe final será mañana.
Me fui calmado para mi casa. Con mi cabeza
bien puesta sobre mis hombros y mi mente libre, libre, de ningún dogma excepto el que me enseñó mi tía Gladis del catolicismo romano.
Pero viviendo en democracia que mi país de orígen no conoce todavía.
No comments:
Post a Comment