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Tuesday, May 30, 2023

 

Diego. Cuando se murió Diego fue un día triste. Muy triste para quienes lo habíamos visto jugar y además caer y levantarse de sus adicciones. Nos sentimos identificados con su lucha contra la mafia de la FIFA. Con tantas verdades que decía. Lo etiquetaron como el drogadicto y bocón que no cerraba la boca. Recuerdo que yo venía muy apagado y bajón. Me había afectado la muerte de este hombre casi como la de un amigo o familiar. Y unos días después viendo unos goles y genialidades que hacía sin que nadie me viera lloré y lloré como un niño. Una parte de mi vida se había muerto. El fútbol que es una pasión me acompaña desde niño. Recordé las charlas con el José mi primo hermano. Las veces que hablamos de Maradona. De que era el mejor. Nosotros éramos muy jóvenes y ya no lo somos. La vida se va. Pensé que Diego era inmortal. En un minuto la vida fue una ráfaga de fuego y centellas. Me di cuenta que solo estamos de paso. Y algún día también partiremos. La eterna juventud se terminaba. Aunque por dentro seguimos fieles al costado de la vida rockeando. Se lo extraña maestro. Somos seres que nos movemos y hacemos casi todo en la vida en el acierto o el error en base a una premisa el amor. Ese sentimiento es el que guía nuestra forma de entender la vida. Esas lágrimas mías no eran para un jugador de fútbol. Es que ese día se fue Diego y con el una parte de mi niñez y adolescencia que atesoraba. Extraño eso que la muerte se llevó....
Puede ser arte pop de ave marina, bucerótido, buitre y patineta
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