Mi tía Figuera, gallega de buena cepa, le ponía una vela en la bañera en el aniversario de cada familiar fallecido. Nosotros los niños nos aprendimos la fecha de cada muerto de los ancestros, pues ese día no nos bañábamos y olíamos a chorizo frito todo el día.
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A mi abuela el río Guaso crecido le llevó la casa- con abuelo y todo- y no derramó ni una lagrima.
ORLANDO VICENTE
GENIO
CUBA
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