Montaigne dejaba que cualquiera se burlara de él, que lo llamara insensible, indeciso y cobarde, que los demás se asombraran de que él no se abriese paso para obtener cargos y dignidades; incluso los más allegados, los que lo conocían, ignoraban con qué constancia, tenacidad, cordura y ductibilidad trabajaba a la sombra del mundo en la única tarea que él mismo se había impuesto: en vez de vivir una simple vida, vivir la suya propia.
- Stefan Zweig
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