"Olía cada pieza sin ningún gesto qué delatara su rabia, la enrollaba de cualquier modo, y la tiraba en el canasto de mimbre de la ropa sucia. No encontró el olor, pero daba lo mismo: mañana será otro día. Antes de arrodillarse a rezar frente al altarcillo del dormitorio, el concluyó el recuento de sus penurias con un suspiro triste, y sincero, además: <<creo que me voy a morir>>. Ella no parpadeó siquiera para replicarle.
—Sería lo mejor —Dijo—. Así estaremos los dos más tranquilos. "
Gabriel García Márquez: "El amor en los tiempos del cólera."
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