LOS 86 AÑOS DE LA CHIQUI: UN
ALMUERZO MULTICULTURAL, MULTIGERACIONAL
Y DE DOS CUBANOS.
LOS 86 AÑOS DE LA CHIQUI: UN
ALMUERZO MULTICULTURAL, MULTIGERACIONAL
Y DE DOS CUBANOS.
Era el cumple número 86 de la suegra de mi
hermano a quien llamamos cariñosamente
“La Chiqui”. Era su primer cumple en Maldonado, ciudad aledaña a Punta del
Este. La homenajeada estaba radiante, discretamente maquillada y con su estilo
cariñoso, sereno y abierto hacia todo el mundo.
La hija A… servía la mesa. Todo tipo de
exquisiteces donde no faltaba el lechón asado y el champan y el vino tinto.
Ya estaban mis primos gallegos, nacidos en
Galicia, no uruguayos. Mi hermano y yo como todo bien cubano del Oriente,
callados o susurrando en voz baja. De repente nos invadió una familia uruguaya
que provenían de Montevideo y he aquí que monopolizaron la conversa. Habla que
te habla, de todo un poco, no paraban, como todo buen uruguayo orgulloso pero
con buenas intenciones de descargar su vida, sus trabajos por sobrevivir, sus
deseos.
Llegaron más familiares, estos últimos
italianos emigrados desde tiempos inmemoriales que ya no sabían de la ciudad
italiana donde habían nacida. Y la Chiqui, tratando de alegrar y contentar al teléfono
por las múltiples llamadas de felicitación
y los besos y regalos de los recién llegados.
Mi hermano y yo, los únicos cubanos
presentes, permanecíamos en silencio. Un
señor de unos 56 años monopolizó la conversación en la mesa, como si él fuera
el único triunfador del equipo. Hasta que recibimos a un anciano como de 100
años del apartamento vecino.
-¿Quiere sentarse?-dijo mi cuñada.
-No. Solo vine a felicitar a la Chiqui- dijo
mientras se sentaba en una silla vacía. A mí me dio lastima el pobre anciano y
me senté a su lado.
-¿Usted es el cubano?- me dijo.
-SI.-dijo mi cuñada- pero también está aquel
que es su hermano y está en Uruguay
desde hace décadas y es mi esposo.
El anciano abrió los ojos como si fuera a devorarnos y dijo:
-Ahh. Yo pensé que eran negros porque yo
tengo un hijo en Italia casado con una negra cubana.
A eso yo le quise hacer una broma recordando
un cuento de Guy de Maussapan.
-¿Y se ha fijado si la cubana negra no tiñe sus ropas interiores de un sudor negro o
tinte obscuro?
El viejo me miró de arriba abajo pensando
si era una broma o una indirecta de Racismo.
-Pues a eso no sé cómo responderle. Solo mi
hijo lo sabe.
Yo
continué:
El asunto es que los colonizadores españoles
exterminaron a la población nativa: los indios y solo quedaron unas tribus en lo
más intrincado de las montañas de Guantánamo: Caridad de los Indios.
Después vino la emigración
colonizadora española y de otros países europeos. El porciento de blancos era
muy superior al de los esclavos negros que trajeron de África y estos se
reprodujeron como conejos al punto de representar un gran porciento del pueblo
cubano, sobre todo en las provincias de Santiago de Cuba y Guantánamo.
Después llegó al poder Fidel
Castro y él se encargó de exterminar mediante la emigración a Miami a una gran proporción
de la raza blanca que sabía que el comunismo no era bueno ni para el alma ni
para el cuerpo.
En los años posteriores
continuó el flujo de los blancos hacia
el extranjero, claro, algunos negros se colaron en la estampida. Cambió el promedio
de la raza negra que alcanzó un 60% en el país.
Cuando vino la miseria del
Periodo Especial se produjo una emigración masiva por mar, antes había ocurrido
la de Mariel donde se fueron la mayoría blanca que quedaba en el país, y así
fueron emigrando hacia cualquier país que los acogiera, tantos blancos remanentes
como mulatos fornidos.
Ya se había producido un desbalance
en la población cubana, casi todo el mundo era mestizo y actualmente ni hacen
una ceremonia de matrimonio pues cuesta mucho al modo cubano. Solo los
católicos y otras denominaciones cristianas siguen con la vieja tradición del
enlace de por vida en sus Iglesias.
Ahora, todo el mundo quiere zafar del
Comunismo con careta más humana. Cuando
fui a Cuba hace pocos años hasta la familia de la presidenta del comité de la
cuadra- soplona improvisada- nos denunció, a mi padre y a sus hijos de intento
de huir del Castrismo a través de la Base Naval norteamericana que estaba cerca
de Guantánamo. Nos denunciaron, agarraron preso a mi padre y a mis hermanos y
yo-el mayor tenía entonces 15 años- nos torturaron psicológicamente en la Seguridad
del Estado, frente a nuestro padre que no podía abrazarnos ni hablarnos. Pues
esos del Comité que no denunciaron habían colocado un negocio de “Cuenta Propistas”
en el corredor de su casa, donde vendían todo tipo de cosas. Cuestión de adaptación
a los nuevos tiempos de los que no tenían principios algunos.
Y la población de Santiago de Cuba y
Guantánamo era mayoritariamente negra o mestiza, solo esperando a un extranjero
o familiar del exilio que le diera una mano: zapatos Nike, vaqueros Levi’s o
championes Adidas. A propósito, ¿Recuerdan que Fidel echaba pestes contra las
trasnacionales capitalistas del primer mundo? Pues él fue el primero que en su convalecencia
de su gran operación quirúrgica aparecía vestido con un traje deportivo con su
nombre y la etiqueta de Adidas. En ese detalle que nadie comentó yo me fijé en
el noticiero cubano. Bueno, ya Fidel sabía que el comunismo como él lo concebía
fue un fracaso. Sus herederos, todos blancos, se encargan de conservar su
legado con viejas frases del legendario líder, aun sin saber que el pueblo está
ya saturado de estas y lo que quiere es comida: huevo, pan, harina, y todo lo
esencial para vivir, sin lujos pero en su tierra, a excepción que alguna bella
mulata o forzudo mulato se empate con un extranjero y lo lleve hacia Europa o a
Groenlandia, no importa, la cuestión es salir de ese infierno cubano que cada
vez se parece más al venezolano.
-¿Y dónde nació usted?-le pregunté.
-Yo soy ciudadano del mundo. He estado por
todo el globo terráqueo, en Cuba cuando Batista y cuatro años bajo el gobierno
de Fidel Castro.
-¿Y en qué trabajaba usted?
-Bajo del mar- me respondió con énfasis. Yo
quise gastarle una broma:
-¿Buzo Acaso?
- Pues
sí. Mi trabajo era explorar las barreras coralinas cubanas, la gran
muralla de coral de Australia y así por todas las barreras famosas del mundo.
Yo quise salir de una gran duda que tengo
desde hace años:
-Usted sabe si en Cuba continúan premiando
en el Festival de Cine anual de la Habana con el “Premio de Coral Negro” aun
hasta a los técnicos de producción de filmes.
-No sé. Hace tiempo que no visito Cuba, con
la miseria que hay, además, hay que cuidar el coral del mundo. A nosotros no
nos permitían ni arrancar un mínimo trozo de coral ni de la Gran Barrera de
Australia.
Y continuó:
-Pero yo he hecho inversiones en Bariloche,
Argentina, en Italia, en el Uruguay y ahora pienso invertir en Miami, buena
para los negocios. ¿Han visto ustedes la
caja de cristal llena de juguetes donde por unas monedas se insta a un niño a
agarrar un osito de peluche?
-¡SI!-dijimos todos al unísono.
-Pues esa caja la invente yo tiempo atrás en
Italia pero mi socio en esta empresa murió de repente y ya sin capital tuve que
dejarla, otro me robó la idea y así marchó por todo el mundo.
A todas
estas el uruguayo que hablaba todo el tiempo se había arrinconado en su
silla y permanecía en silencio.
-¿Usted sabe lo que es un Espeto Corrido?- pregunté
para darme importancia.
-Como no. Si he invertido en Brasil también y
lo conozco hasta su idioma.
-¿Usted sabe que allí probé unos ñoquis a la
Caruso que me hicieron cantar un aria de Puccini?
-¿Cuál aria? ¿La Traviata?
-No. La Tosca, Madame Butterfly, Manon Lescaut y otras más del compositor
italiano.
A toda esta, todo el mundo permanecia en
silencio, pendiente de nuestra conversación.
-¿De verdad es usted cubano? Porque no lo
parece-dijo.
-¿Su nuera no ha aprendido de la rica
historia musical italiana?-pregunté.
-No. Ni tan siquiera ha aprendido el himno
italiano que aceptamos. Yo, mire, soy ciudadano del mundo como ya le dije. He visitado
a la antigua Unión Soviética cuando era el imperio comunista, a Bulgaria, a
Alemania antes y después de la caída del Muro y a Rumania post Ceacescu. Yo he recorrido
el mundo en cruceros o en aviones, nada me falta por visitar. Yo soy un viajero
nato, en ningún lugar me quedo mucho rato. Y ahora me voy a Miami a continuar
con una empresa.
-¿Y de qué empresa se trata?-pregunte
indiscreto.
El anciano no respondió. Me dio un beso en
la cara y otro a la Chiqui, saludo a todos los presentes y salio por la puerta
para su apartamento.
Todos quedamos en silencio por unos
segundos. Uno dijo:
-¿No escucharon su apellido? Pues es un judío
charlatán que solo está esperando vivir en Miami para resguardarse del frio de
Uruguay.
Será el judío Errante-y dije a continuación
-Pues es un pobre anciano que necesita que alguien lo escuche en silencio y
sabe que todo el mundo se deslumbra ante un gran empresario. No ven que tenía
la bragueta abierta. Ni solo sabe cuidarse para ir a un almuerzo de cumpleaños.
El antisemitismo está obsoleto. Es en realidad un pobre ciudadano que espera ya
morir en paz.-dije yo para justificar a mi viejo amigo delirante, parece que
todos habían creído las fantasías del pobre anciano.
Llegó el momento final. Las mujeres se dividieron alrededor de la Chiqui a hablar
de sus últimas operaciones-una se había hecho una colecistectomía hace nada
menos que un mes y solo comió gelatina de cereza, otra de Cómo la bicicleta
fija le había bajado la diabetes mellitus, otra, la más anciana como de 90 años
solo miraba los celulares-sobre todo el mío-para sonreír con su boca pintada de
un rojo subido y salir bien en las fotos. Aquello se convirtió en un salón de
espera de una consulta médica. La única que no se quejaba de nada era la dulce
y buena de la Chiqui.
Los dos jóvenes solo empezaron a intervenir
cuando cada cual hablo de su auto, marcas, velocidades y todo ese rollo. Yo
pregunté tranquilamente, ya adosado a la esquina masculina, que ¿Dónde era la
zona Roja de Maldonado? Para conseguir putas. Solo los jóvenes respondieron y
me recomendaron varios lugares y precios.
Yo solo había bebido refrescos sin ningún
alcohol. P… mi primo, no podía conducir de noche a Montevideo por lo que lo que
se iría a casa de mi hermano, frente a la Playa Brava.
Yo quedé con una preocupación ya que se me
había subido el espíritu conservacionista y ecológico: darán todavía en Cuba en
el Festival de Cine el trofeo del Coral Negro.
DR ORLANDO VICENTE ALVAREZ
CUBANO URUGUAYO
GENIO