EL ABOGADO
LA VIDA SEXUAL DE UNA DAMA DE 85 AÑOS
En primer lugar diré que el amor sexual no
tiene edad desde la juventud para mujeres y hombres...
La historia que les
voy a contar es real. Me la contó el protagonista mismo que es amigo desde hace
algunos años.
El abogado oteó entre las brumas que
proporcionaba el humo de los cigarrillos y vio a una Dama ya entrada en años que lo miraba fijamente. Era coqueta,
con el pelo rizado hasta los hombros y discretamente maquillada. La mirada que
casi le hacía guiños No admitía dudas.
El abogado le respondió alzando su vaso con
whisky de etiqueta negra y ella lo
segundó alzando el suyo con algo que
parecía una naranjada.
Sin más preámbulo la Dama se acercó a su lado
y le dijo con voz un poco cascada pero
seductora aun:
-Soy Rosenda. Te he estado observando desde
que entraste al local.
-Yo soy Mr. X y también me has llamado la
atención, sobre todo tu sonrisa. No eres –y perdóname la pregunta- una que
busca hombres jóvenes pagando dinero para al menos para algo caliente su cama por una noche.
Rosenda sonrió con picardía.
- A veces he tenido que hacerlo a algún
gigolo apuesto cuya potencia de erección depende del dinero que le pague. Estoy
segura, según mi experiencia con hombres que vos no eres uno de ellos, Se te
vulnerable y falta de cariño, o me
equivoco.
El abogado dudó por unos instantes en
responder, no estaba seguro. Le contó que se había divorciado hacia un mes. Que
su ex lo había pillado teniendo sexo con chicas en su oficina- con fotos y
todo- y le planteó el divorcio. El solo pudo quedarse para sí con una casa con jardín, un terreno para vender
y su auto de lujo. El niño que tenían en común quedaba en custodia compartida.
Y ahora estaba solo. No buscaba precisamente
una compañera sexual. El trauma del divorcio aun no lo había superado.
- Para decirte la verdad sería la primera vez
que se me adelante una dama mucho mayor que yo.
-¿Sabes qué edad tengo?-dijo ella.
Míster
X, sabía que eso de la edad tenía que ser cuidadoso con una dama. Pero Rosenda
interrumpió sus pensamientos.
-Tengo 85 años aunque aparente menos pero aún
conservo la energía y la libido de mis años jóvenes.
Me gusta coger todavía y que me traten
como a una chiquilla como si fuera la primera vez, con cuidado pero con un poco
de rudeza.
El abogado se sintió excitado con esto
último. Nunca una mujer de esa edad le había hablado así.
- Bueno. No hablemos más. Vamos a mi casa que
hoy es día libre para mi mucama y nadie nos molestara. ¿Tienes auto? Lo digo porque veo que has bebido unos
cuantos vasos de whisky y no es aconsejable para conducir… Mejor yo conduzco en
el mío y después te traigo aquí de nuevo, cuando hayamos terminado. ¿De
acuerdo?
El Abogado lo envolvió un vendaval de
emociones y se dejó arrastrar por la Dama hasta la puerta del Club.
Habitualmente no se dejaba mangonear por una
mujer pero esta Dama tenía algo
especial, algo que le atraía sexualmente.
El
auto era de marca cara. Rosenda lo condujo a una casa con jardín frondoso y
buen cuidado. Se veía que era una señora adinerada.
-Te cuento algo antes de entrar. Yo he sido
viuda por tres veces y no tengo descendencia. No me he vuelto a casar porque perderé
la pensión de mis difuntos maridos que por cierto en la cama no eran unos
atletas que digamos.
Entraron en una habitación grande y con una
cama amplia y bien tendida. El abogado se lanzó a la cama para disipar los
efectos del alcohol.
Rosenda se acostó a su lado y con pericia le
bajo la bragueta y saco el pene semi erecto del abogado y comenzó una felatio
en todo su potencial
-Ponte el condón. Aquí hay varios en mi
mesita de noche.
Se desnudó y en la semi penumbra de la alcoba
le dijo:
-Golpéame las nalgas y penétrame con cuidado.
Estoy humeda naturalmente, sin lubricante.
Y Maulló, maulló de placer.
- Métemela dura. Métemela dura. Mi toro de Lidia. Anda, fuerte, fuerte. Así. Así.
El
Abogado estaba recaliente y a punto de eyacular pero ella lo contuvo
disminuyendo los movimientos.
-Espera. Espera. No tan rápido. Disfrutemos
el momento.
El Abogado obedeció pero ya estaba en los preámbulos
en que no se puede detener la emisión de semen y dijo:
- ¡Ay, que me acabo, me acabo!
Rosenda al ver lo que se avecinaba grito:
- ¡Venite mi macho! ¡Dale mi amor!
Los dos terminaron el acto y ambos se
durmieron hasta el día siguiente.
Cuando el Abogado vio de cerca y sin los efluvios
del alcohol y vio la piel arrugada de la anciana que no aguantaba más un
rejuvenecimiento quirúrgico se dijo a sí mismo.
-Pero qué he hecho boludo.
Rosenda despertó y se dio cuenta de la situación.
- Fue
muy bonito lo de anoche. Te comportaste como un verdadero macho.
El Abogado no supo qué decir. Intercambiaron
los números de teléfonos. Él se vistió.
Ella con un nuevo vestido después de un baño, perfume, cremas y lápiz labial.
Lo llevó a la puerta del Club donde estaba su
auto. Se despidieron con un beso en las mejillas.
-Yo te llamaré- dijo Rosenda.
El abogado pensó que todo había sido una
locura pero algún mecanismo de los que saben las mujeres habíase revuelto en él y Dama se le quedó en la mente.
Esa misma tarde Rosenda llamó al Abogado y él
corrió o mejor dicho condujo lo más pronto posible a la casa de la Dama.
Algunas mujeres, no importa la edad,
conservan la gloria de épocas más jóvenes hasta su muerte. No es cierto que las
ancianas pierden el libido con la edad sino que lo subliman recordando a los
seres queridos que se fueron al más allá o se refugian en una religión, esta
vez con fe.
Rosenda y el Abogado continuaron viéndose y
surgió una relación que se parecia al amor o semejaba a este. El teléfono no
paraba de sonar con la voz de Rosenda para que no la olvidara nunca. A él Abogado
no le molestaba. Creo que lo disfrutaba.