Por 13 mil dólares, el inglés Brendon Grimshaw compró una pequeña isla deshabitada en las Seychelles (África Oriental) y se mudó allí para siempre. Cuando el inglés tenía menos de cuarenta años, renunció a su trabajo como editor de un periódico y comenzó una nueva vida en su isla.
Durante 39 años, Grimshaw y Lafortune plantaron 16 mil árboles con sus propias manos y construyeron casi 5 kilómetros de senderos. En 2007, René Lafortune murió y Brandon se quedó solo en la isla.
Tenía 81 años. Atrajo a la isla 2.000 nuevas especies de aves e introdujo más de un centenar de tortugas gigantes, que en el resto del mundo (incluidas las Seychelles) ya estaban al borde de la extinción. Gracias a los esfuerzos de Grimshaw, la isla una vez desierta ahora alberga dos tercios de la fauna de las Seychelles. Un terreno abandonado se ha convertido en un verdadero paraíso.
Hace unos años, el príncipe de Arabia Saudita le ofreció a Brendon Grimshaw 50 millones de dólares por la isla, pero Robinson se negó. "No quiero que la isla se convierta en el lugar de vacaciones favorito de los ricos. Mejor que sea un parque nacional que todos puedan disfrutar".
Y logró que en 2008 la isla fuera efectivamente declarada parque nacional.
Todo un ejemplo de inspiración.
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