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Opinión
La pelea insólita entre Donald Trump y Gustavo Petro debería servir como lección de lo que no hay que hacer desde nuestra región en los años que vienen de la política continental.
Sabido es que peor que un fanático ideológico es un fanático ideológico burro.
Si las sociedades reaccionan contra las incursiones del “relato”, los discursos delirantes y crueles dejarán de dar rédito político.
Es imprescindible poner razón y corazón en remar a contracorriente de esta deriva oscurantista.
Es necesario encarar reformas en distintas áreas, algunas que pueden ser populares y otras no tanto.
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