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Friday, July 1, 2022

OCTUBRE,TROTSKY,LENIN,

OCTUBRE SIN TROTSKY…En un lejano artículo sobre la revolución rusa, el crítico de cine que gistaba llamarse “viejo trotsko”, Ángel Fernández Santos, se interroga sobre la cuestión en los términos siguientes; …Adonde están los restos, si es que no han sido quemados, de la hora larga que Stalin mandó amputar de Octubre, dejando a la genial película completamente desmedulada y coja. Y a continuación, sintetiza así su versión de lo que algunos considera el mayor ejemplo de censura (aunque peor hubiera sido sí Viridiana llega a desaparecer como pretendió Franco): Cuando en 1925-1926, Sergei Eisenstein rodó su Octubre todavía León Trotsky era universalmente indiscutido como supremo estratega y conductor de la Revolución de Octubre de 1917 en San Petersburgo, pero año y medio después, cuando iba a estrenarse la película, Stalin ya había decidido borrarle del mapa de la historia de Rusia y ordenó arrancar de las bobinas, que abarcaban más de tres horas de metraje, cualquier huella de Trotsky. Más de una hora de genio cinematográfico se hizo así humo, invisible humo.
Quedaron únicamente a salvo dos pequeñas hilachas, que se filtraron entre las prisas de la burocracia soviética por acabar con aquella vulneración de la verdad artística e histórica: se les escapó la inconfundible presencia de aquel hombre de gafitas estilo "quevedo" que hay junto a Lenin en la escena del retorno de éste de Finlandia hacerse cargo del mando de la sublevación de Petrogrado; y se le coló también el instante, casi visto y no visto, en que, entre un abrir y cerrar de puertas, se ve a un hombre joven de pelo negro encrespado, inclinado sobre una mesa, firmar y firmar frenéticamente orden tras orden en un despacho del instituto Smolny, cuartel general del líder del Octubre real, arrancado por Stalin del Octubre cinematográfico.
Estas líneas pertenecen al artículo El cine invisible (Cinemanía nº 34, octubre 1998). Su autor, Ángel Fernández Santos publicó en uno de los primeros números de Ruedo Ibérico, un memorable trabajo sobre las ideas de Trotsky sobre el arte y la cultura en la que se ofrecía información sobre la corriente socialista de izquierdas, la largocaballerista durante la II República española.
Antemos que, por otro lado, resultan cuanto menos curiosos algunos comentarios políticos insertos sobre la película en trabajos de especialistas, como el de Augusto M. Torres en Videoteca básica del cine (Alianza Ed., Madrid, 1993), que compara el caso de la desaparición de Trotsky en el metraje con unas opiniones actuales "que conceden mayor importancia a Kerenski que a Lenin" (1993; 418), algo absolutamente descabellado desde cualquier aproximación histórica. Valga como por ejemplo las líneas del académico José Mª Caparrós, que en su manual 100 películas sobre historia contemporánea (Alianza Ed., Madrid, 1997), hace sostener a Trotsky "que un régimen comunista en un solo país era una anomalía y que la revolución proletaria únicamente se salvaría cuando el mundo entero hubiera sido encaminado por esa vía" (p. 205), cuando sería mucho más preciso decir que la revolución rusa fue concebida como un "prologo" a la extensión de la revolución al menos en algunos de los países industrializados.

 

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