Hoy fui temprano al Hospital de Maldonado,
otra vez bajo una copiosa lluvia- aquí en Uruguay el clima es massss raro, calor
en invierno y mucha lluvia en pleno verano-lo que afecta la industria del
Turismo.
Bueno, a lo que iba. Me sorprendió no ver a ningún
paciente frente a la farmacia.
Seguro que otra vez se cayó el sistema- de
la Computaduras preciso para que los políticos no se sientan aludidos- o alguna
nueva cagastrofe había sucedido.
Tomé el número del rodillo e inmediatamente
sonó el timbre de la farmacia llamando a otro doliente. Me fijé y era nada más
que yo.
-Caballero. Si estoy de suerte hoy. Debe ser
que Santa Barbara ha traído la lluvia y la bonanza medicamentosa.
Pero yo
no había traído mochila- digo la java para estar preparado para este acto
inusual-y revolví en mi guarda picha o riñonera en busca de las recetas
mientras la nueva chica de la farmacia
esperaba.
Me enredé con el paraguas abierto, el guarda picha,
los lentes y las recetas y la muchacha esperando y esperando con calma mi búsqueda.
Al fin encontré el puñado de recetas médicas.
Era un amasijo de papeles húmedos por la lluvia y como no encontraba los lentes
por el nerviosismo no sabía qué medicamento era y cual no era.
Llevé las recetas a la nueva chica-la otra
tenía una cara de tranca que me atemorizó, no vaya a ser que me negara el servicio por conocer mi elocuencia y buenos modales.
La farmacéutica revisó las recetas y fue eliminando una a una.
-¿Qué pasa señorita, es que están en falta?
-No. Están repetidas. Aquí tiene cuatro recetas de Enalapril y ya tengo en la PC que
le corresponden dos.
-Pero yo no tengo la culpa. La dietóloga me
indica Enalapril para mi hipertensión, el Medico general también, ahí van dos
recetas. También la Neuróloga y el cardiólogo y así sucesivamente. Me quieren
Enalaprilizar.
-¿Y esta receta que no entiendo la letra del
médico?- dijo.
Dios perdónala por ser nueva. Mira que una farmacéutica
que se respete no entienda los garabatos que hacen los médicos, si han
estudiado para Desencriptar hasta los jeroglíficos egipcios.
Yo leí la receta y decia cada “cada 12 horas”
-El
problema es que me indicaron una colecistectomía cada doce horas. –Y agregué después
de unos segundos- Señorita la lectura es "Valcote cada 12 horas"
Ahh. Bueno- dijo aliviada pero sin sonreír.
Me buscó los medicamentos y entonces encontré
otro problema. No había llevado la mochila, digo la java de comprar los
mandados y no tenía donde meter tantas cajas de medicamentos.
-Señorita. Por casualidad… No es para ofender
su sensibilidad… No tendría una bolsita de nailon para llevar los medicamentos...
Ella, rampante y triunfante me dijo un
redondo NO.
-Acaso las dejaron de importar de Filipinas o
de Nueva Zelandia, digo, porque aquí se ven cada cosa…
-No. No tenemos- dijo muy sería sospechando mi
ironía.
Traté de introducir las pequeñas cajas en el
guarda picha pero no entraban, eran demasiados. La tonelada de medicina que
tomo yo 2 veces al día me tienen como un zombi y ya me compliqué, para rematar,
con una gastritis itinerante, que viene y va, viene y va.
Gracias a Dios que yo iba en Bermuda de 6 bolsillos.
Bolsillos por todos lados. Ahora sé porque carajo la fabrican con tantos
bolsillos, deben ser para que los pacientes de los nosocomios puedan llevar cómodos
en ellas su copiosa farmacopea.
Recogí el paraguas que había dejado abierto
en medio del pasillo por lo apremiante del turno en la farmacia, todo descascarado y con algunas varillas al aire, o sea que más
que paraguas parecía un atrae sol y un atrae lluvia.
Me fui para la parada a esperar mi ómnibus.
Un anciano flaco con un apéndice nasal bastante pronunciado se sentó junto a mí.
-Buenas tardes… ejem… perdone. Buenos días.
Mire cómo está el tiempo en pleno verano, lluvia para acá y lluvia para allá...
-Debe ser la luna que cambió de lugar con
tantos viajes de los cohetes y la capa de Ozono que está despareciendo por los
gases de los vacas.-dije mi chiste favorito.
El anciano me miró detenidamente.
- Pero vos me estás cargando o qué. Mira que
mi cirujano faltó a la consulta y yo voy a aprovechar a ir a la Intendencia y
todo ese lio de las jubilaciones, papeles y papeles…
- No será que quieren saber si quiere cremación
o entierro normal por la Intendencia…
- Otra vez vuelve a cargarme. Mira que ya yo
tengo 80 años para aguantar esto de un joven humorista que ya raya en la falta
de respeto.
-Yo tengo 60 años-mentí, tengo 61-y a mi
ninguna contingencia me hace perder el sentido del humor.
-Y lo peor que el Cirujano no vino. -dijo el
anciano después de unos segundos.
-¿Y
qué tiene usted para estar tan calmado? Pregunté ingenuamente.
-Tengo algunas heridas en el pecho. Me querían
mandar en ambulancia a otro hospital…
- Mire que en la Intendencia puede infectarse
la herida y agarrar gangrena y todo ese lio…
- Y vos te crees médico para entender de
estas cosas.
- Mire. Que estaba bromeando con usted para
levantarle el ánimo y alegrarle el día.
El
anciano me dio la espalda y no hablo más. Mi bus se acercaba.
-Adiós. Señor, que la pase bien en la
Intendencia y no se agite mucho que esas heridas sangran y sangran…
-¡Que te pario!
Caballero pero qué cosa esa. Yo que pensé
que tenía un día feliz por lo bien que me atendieron en la farmacia y viene
este caballero y se ofende así.
La verdad que no comprendo a los uruguayos. Tan
pacífico y buena gente que yo soy.
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