ACERCA DE LA VIDA Y MUERTE: DIALOGO DE DOS ANCIANOS EN URUGUAY.
OTRO DIA DE LLUVIA EN LA PARADA DEL HOSPITAL
DE MALDONADO. URUGUAY
Un homenaje a nuestros queridos viejos.
Era día de turno con el Diabetólogo. Es el
único médico que no falla a la consulta. Será que porque había estudiado en Cuba
y allá sí le enseñaron como ser un buen profesional sino lo expulsaban de la
facultad o iba preso por varios años.
En la parada mientras esperaba el bus llegó de
repente mi viejo amigo el anciano alto y espigado de nariz prominente- ascendencia
andaluza o de otra ciudad de España- bajo una torrencial lluvia. Estábamos como
ranas y zapos saliendo de su escondrijo en pleno verano, confundidos por el
cambio de clima.
-Buenas tardes, digo… Buenos días Señor. Esta
lluvia nos tiene cansados a todos. Ni un rayo de sol. ¡Ostia! Que hemos hecho
de malo para recibir esto.-comentó el anciano.
-Menos mal que no veo el parte meteorológico por la televisión.
Dicen que va a haber un sol radiante y
viene un ciclón subtropical que inunda todo y destruye las casas de los pobres. O anuncian días de
lluvias, no un día, sino varias semanas
de lluvia y entonces viene el sol
que hasta podría ir a las playas. Así de sencillo.-respondí yo.
-Pero algún acierto hacen, a veces…
-Es que yo casi no tengo TV. Mi tía Florencia
la fallecida que Dios la tenga en la Gloria, de Montevideo, me regaló uno en
blanco y negro con una pantalla de como 6 pulgadas. Modelo antiguo. Cuando
llueve le sale un sonido como de grillos y empieza a lanzar chispas por todos lados, como
Navidades con fuegos artificiales y todo eso.
-Yo tengo un HD de pantalla ancha que me
regaló una nieta mía y veo hasta los partidos de futbol…-hizo una
transición- Me parece que yo lo conozco
a usted.
-Sí. Usted no es el paciente de las
heridas en el pecho. ¿Y Cómo van ya?
-Pero en este hospital no se puede guardar
secretos. Solo lo sabían los médicos y enfermeras… Aunque para decir verdad, su
acento al hablar yo lo conozco de alguna parte. ¿De dónde es usted?
-De Jatibonico, República Dominicana.
- ¿Y donde queda eso, digo, si se puede
saber?
-Es una isla pegada a Venezuela. Y oiga, aquí
entre nosotros, hay un hambre de ampanga. Por lo menos allá todos somos iguales-el hambre nos toca a todos, menos al consejo de Estado, como en nuestra vecina Venezuela, que cuando no falta el arroz falta el papel higiénico.Solo para el Consejo de Estado, sus mansiones con piscinas y su ganado especial para consumir... -hice una transición y
agregué-¿No le han colocado gusanos en las heridas del pecho, mire que en
países del norte es lo último para tratar las heridas infectadas como las
suyas…?
-Me estás cargando señor. Me está
cargando. ¿Quién dijo que mis heridas están infectadas?
-Bueno. Con tanto tiempo sin atenderse y
acudiendo a la Intendencia todos los días…
- ¡Y usted qué le importan mis heridas ni
ostias, si están infectadas o cosa así! Acaso es médico, por casualidad-me miró
de arriba abajo- no, no tiene pinta de medico ni de enfermero, ni sabe nada de
medicina, eso es para los especialistas…
El anciano tenía una capa de nilón que lo
guarecía de la lluvia casi hasta los pies. Más que una carpa para la lluvia
parecía una de circo viejo como la de “Circo Beat” de Fito Paez. Yo con una simple remera- esta vez me había
puesto un pantalón- ya ustedes saben, visitar a un médico en bermuda no es
apropiado para nuestra edad, etc., etc.
-¿No se acuerda de mí?- le pregunté con
dulzura.
-No. Es la primera vez que lo veo. Mucho
gusto. Ernestilico es mi nombre porque al finado de mi hermano mayor le
nombraron Ernestino. Bueno, para diferenciarnos sabe…
-Si- dije yo en son de broma- no fuera a ser
que en vez de sepultar a su hermano lo sepultaran a usted vivo… ja ja ja.
Me he dado cuenta que a los uruguayos no hay
que mencionarle el tema de la muerte ni en broma. Le tienen pánico…
-Y cambiando de tema- dije yo- esa capa para
guarecerse de la lluvia a ¿Dónde la compró? Digo, para obtener una también
porque estos días…
-Esta capa
me la compró mi finada esposa Esmeregilda allá en Piriapolis en una
liquidación hace ya unos cuantos años.
-Pero ¿Cuántos años tiene de viudo? Deben ser
como 50 años porque la capa más que guarecer de la lluvia parece la de un circo
viejo, de esos que habían antes, por lo vieja y agujereada que está…
-¡Me estás cargando señor! No ve que este
impermeable me lo compro la finada…
-¿Por casualidad no sería en Piriapolis en una
liquidación?
-¿Y cómo vos lo sabe? SI no le había hablado
de eso, es un recuerdo de mi difunta finada…
-¿Esmeregilda?
-¿Quién le dijo su nombre? Sí, que está en el
cielo.
- Así es mi viejo, todos venimos a este mundo
solo por un rato. Pero no se preocupe, con sus heridas infectadas pronto se
reunirá…
-¿Con
Esmerigilda? La finada… -me interrumpió.
-Sí. Eso creo. Pero tenga fe y esperanza que solo unas semanas le
quedan…
-¡Qué no me hable de la finada así, ni que la
muerte me ronda! Al rayo con usted. No respeta mis 80 años.
-Parece que todos sus familiares estaban
“afinados” al morir…
-Me estás cargando. Mira que llamo a la
policía y lo denuncio por irrespeto a un anciano de la tercera edad…
-Yo también soy de la tercera edad. Si tengo
78 años…
Me
miró detenidamente y me musitó:
-No se habrá hecho Cirugía Plástica como se
estila hoy día, para quitarse la edad y parecer como un pibe.
-Pero Ernestilico…
- Acaso yo le he dicho mi nombre. ¡Que lo
parió!
-Si yo soy pobre como usted. Fíjese que la
Intendencia me ha entregado un terreno allá en los linderos de Nuevo Maldonado
en medio de un pantano para que construya una pequeña vivienda…
-¡Qué intendencia ni Intendencia! Si esa Institución no da nada a los pobres…
-Pero con una pequeña ayudita. Ejem…. Por
debajo de la mesa se resuelve todo.
-¿Y en cuanto al material para la
construcción? No me digas que también se lo dio la Intendencia.
-Mire. Ernestico...
-Ernestilico, que no se le olvide.
-Bueno. Ernestilico. Por allá están
construyendo un galpón muy grande. No sé para qué es. Yo pienso que es para
almacenar los papeles de los salarios del numeroso ejercito de funcionarios y de los usurios que se acumulan años tras años en la Intendencia y el BPS. Ya he conseguido un montón de bloques y bolsitas de Portland como
cemento, todos los días de lluvia, en que no hay vigilantes, me llevo algo…
-Venga acá Señor y ¿Cuánto material ha robado a la Intendencia?
-Tres ladrillos y 4 bloques…
- ¡Joder! Me estas cargando. Así nunca construirá su
vivienda ni cuando los Colorados vuelvan al poder…
-Dejeme aclararle que ya yo tengo 25 años de vivir aquí. He votado dos veces en las elecciones pero en las próximas, no sé, si me decido por el Frente Amarillo, el Colorado o el Blanco... Sí, así no se me olvidan tantos colores donde elegir... Soy un poco Daltónico y que escojo a cualquier color. Pero nunca pierdo la esperanza, Ernestico…
-Dejeme aclararle que ya yo tengo 25 años de vivir aquí. He votado dos veces en las elecciones pero en las próximas, no sé, si me decido por el Frente Amarillo, el Colorado o el Blanco... Sí, así no se me olvidan tantos colores donde elegir... Soy un poco Daltónico y que escojo a cualquier color. Pero nunca pierdo la esperanza, Ernestico…
-¡Qué no me diga más Ernestico! Mi nombre es
Ernestilico.
-¡Ernestilico! Me había conocido de antes,
pues yo no lo recuerdo…Mucho gusto. Me alegra conocer personas nuevas. .. Ehhh…
- dije yo, pues la demencia senil se me había subido.
- ¡Vete con tu puta madre…! ¡Qué te parió! ¡Joder!
Y entonces vino su bus, se puso de pie sin despedirse y se elevó muy
alto, muy alto hasta desaparecer en el cielo nublado y lluvioso.
-¡Será que ahora es otro finado, por mi
culpa!
No les digo caballeros, que a mí me pasan
cada cosa por ser simpático y educado con las gentes sobre todo con los
ancianos.
A propósito, dentro de un mes cumplo mis merecidos 78 años.
¡Qué bien los engaño! ¡Qué bien los engaño!
¡Qué bien los engaño! ¡Qué bien los engaño!
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