CUBA: LOS TRES REYES MAGOS Y
EL PERIODO ESPECIAL.
Se acercaba el 6 de Enero día de los tres Reyes
Magos. Teníamos 2 hijos, una chica de 8 años y
un varón de 4. Conocían la historia del nacimiento de Cristo, mi hija
por la catequesis dominical y el varón
por como yo les contaba. Estábamos en pleno período especial. Se acercaba el día…
Cuando yo era pequeño creía en la historia
de los Reyes, inspirada la leyenda de los evangelios pero que los chicos creíamos
al pie de la letra en una familia católica tradicional y en el pueblo en
general.
Yo pedía los juguetes que me traerían los Reyes Magos. Era una gran ilusión para los niños y esperábamos el día
con alegre esperanza e ilusión, todos los niños de cualquier clase social.
Yo
preparaba un nido de hierbas para los camellos-mi madre me decia que pasaban
por debajo de la puerta- y un vaso de agua para los Reyes después de su largo
viaje. Además compraba caramelos que colocaba cerca para que los Magos,
agradecidos, me trajeran los juguetes pedidos.
Mi hermano mayor me robaba los caramelos
colocados junto a la hierba debajo de la cama y yo lloraba quejándome a mis
padres por el latrocinio y el pecado que cometía. Después supe que él ya sabía
la verdad pero mis padres le tenían prohibido
hablarme algo al respecto.
Y llegaba el día de los Tres reyes Magos. Yo
madrugaba e iba corriendo al árbol de
navidad a ver los juguetes que me habían dejado. Que gran alegría y emoción al
ver los juguetes. No cabía en mí mismo de la excitación.
Después todos los niños salíamos a las calles
mostrando los juguetes o la pregunta obligada era “¿Qué te trajeron los Reyes
Magos?
Era una fecha inolvidable para los niños
pequeños, esperada todo el año. Hasta a las familias más pobres los Tres Reyes les
traían algo, aunque fuera una simple pelota. Una gritería de alegría recorría
el barrio y todos felices.
Meses después mientras paseábamos con una
vecina muy amiga de mamá que tenía una sobrina ya mayor. Yo le hablé de los
Reyes Magos y ella burlándose me dijo:
- Acaso no sabes que los reyes magos son tus
mismos padres…
Yo quedé paralizado. Algo dentro de mí se
quebró. La inocencia infantil desapareció ante esta noticia.
Ya era tiempo para dejar que volara la imaginación
y viera la cruda realidad. Supongo que a
todos los de mi generación les sucedió lo mismo. Pero la ilusión y la felicidad
que me dieron esos días de los juguetes traídos por los Reyes magos fue necesaria en nuestra niñez y el paso hacia
otra etapa de nuestra vida. Por eso
tanto agradecí a mis padres cuando era ya joven ese gesto de amor que
estimulaba la imaginación mágica de los niños.
Pues siguiendo el tema con mis dos hijos. Estábamos
en pleno Periodo Especial donde el hambre y la escaces de artículos predominaba
en cada hogar del pueblo sencillo. Abrieron las Shopping donde había muchos juguetes
pero solo para recaudar dólares que pocas familias recibíamos del extranjero.
Yo me dije que los Castro no podían eliminar
a los tres Reyes Magos de mi casa, para vengarme del comunismo ateo aunque
fuera de forma simbólica.
Teníamos unos pocos dólares y mi esposa y yo
los invertimos en unos pocos juguetes comprados en la shopping, privándonos de
cosas más importantes. Pero recordaba la ilusión y alegría de mi niñez. Mis
hijos no se quedaran esta vez con las manos vacías.
La noche antes del día coloqué los juguetes
sobre el sofá de la sala y mi esposa y yo nos fuimos a dormir.
Al levantarnos insté a los niños a ir a la
sala. Tenía preparada una cámara fotográfica automática. Los niños al descubrir
los juguetes se precipitaron sobre ellos. Yo les tiré una foto.
Mi esposa
en la última visita que nos hizo a Uruguay sin decirme nada se llevó la
foto en que nuestros hijos con los ojos brillantes de dicha y alegría miraban
la cámara con los juguetes en las manos.
Yo les quise dar la misma ilusión que me
dieron mis padres con la historia de los Reyes Magos. No sé a qué edad supieron
la verdad pero yo me sentí satisfecho de darle un día feliz en medio de tanta
restricciones.
El año nuevo hablé con mis hijos y juro que se acordaban de
ese día, aunque ya soy abuelo, me sentí vencedor en una batalla contra el
comunismo castrista y darles esperanza a mis hijos y a todos los niños que aún
conservan el pensamiento mágico para creer en algo superior a nosotros mismos.
Orlando
Vicente Álvarez
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