LOS PUENTES DE MADISON: UN FINAL OBVIO O DESASTROSO.
LOS PUENTES DE MADISON: UN
FINAL OBVIO O DESASTROSO.
Se trata de una campesina de origen italiano
que al morir deja entre sus pertenencias un diario íntimo muy bien escrito-
parecía una graduada en Letras Inglesas de Harvard- y sus dos queridos hijos
van enterándose de una aventura que su madre tuvo a los treinta y picos.-las
mujeres nunca pueden guardar un secreto ni aun después de muertas- Ambos
hermanos no se habían criado bien en los
valores de la familia y el matrimonio. Ambos tenían problemas con sus
respectivas parejas.
Basada
en un guion de Richard LAGRAVANESE DEL de la novela de Robert James Waller. Y
dirigida y actuada por el propio Clint Eastwood y coprotagonizada por la
estelar Maryl Streep, la cual vive en
una granja separada de medio mundo y donde, aspecto insoslayable: no había
vecinos soplones.
El esposo y los dos hijos deciden acudir a una feria del Condado y dejan
a Vanesa Johnson sola en la casa, haciendo pasteles de manzana y cosiendo sus
viejos vestidos. Hasta que aparece Robert Kincaid, un fotógrafo de mucho mundo
que trabajaba para National Geografic, retratando los puentes cubiertos de
Madison.
El primer atisbo de como las mujeres se
humedecen al ver a un hombre atractivo solo lo conocemos por el rostro de la actriz
al ver por la ventana a Robert lavándose el torso. En el hombre sería más
evidente con una erección que no podría ocultar. Él sabía que lo miraban.
Clinton podía ser su padre. Estaba en la edad de la “titi manía” pero confiaba
en su carisma y su cuerpo de gran galán.
Maryl STREEP haciendo uso de sus técnicas de
actriz- siempre tiene que hacer un gesto con la mano o usar su rostro
constantemente, cosa que ya está uno cansando-lo invita a cenar. Esa noche
ocurre el romance. Ella se viste con un vestido de flores y termina de seducir
a Robert que de bobo no tenía ni un pelo.
Pasaron una noche de amor muy apasionado-
creo que cuando aquello no existían las píldoras azules- pero el romance del
momento los conquistó a ambos.
Lo bueno fuera que Vanesa hubiera quedado
embarazada. Total, tenía un esposo medio estúpido.
Voy ya a la escena final cuando están en las
camionetas bajo una torrencial lluvia. Y Robert comete la estupidez o el
sadismo- estando ella junto a su marido-
de colocar una cadena o un rosario-o sería un recordatorio de la familia
que podía dejar atrás-Vanesa no puede más al verlo delante en la parada del
semáforo y apretó con todas sus fuerzas el manubrio de abrir la puerta y correr
bajo la lluvia- estas escenas siempre transcurren bajo una catástrofe natural
para dar más dramatismo- para quién sabe qué, agarrar una llave inglesa gigante
e ir bajo la lluvia a romperle el cristal y golpearle la cabeza por engatusarla
con un amor imposible. Pero después de unos segundos desiste: el matrimonio,
los hijos, la granja, la vida provincial, los pasteles de manzana que
significan el pecado original. etc.
No recuerdo las marcas de fábrica de las
camionetas: la de Robert creo que era una Toyota, si así fuera Vanesa no se hubiera resistido ante
el mercado japonés.
Casi rompe el precario manubrio con su mano
derecha decidiendo: la libertad con el hombre amado o el seguir haciendo
pasteles de manzana en su cocina.
Sabrá
Dios a qué aventuras la arrastraría el fotógrafo por el mundo. Vanesa era una
campesina y no estaba para esos trajines. Así que lo de correr tras Robert fue
para la imaginación de las mujeres-y algunos hombres- para que la película
tuviera un final feliz o a medias.
A mi lado en el cine me acompañaban dos
señoras con sus pañuelos para enjuagarse
las mucosidades y las lágrimas y los exprimían de vez cuando sobre mi pantalón,
parecia que me había orinado de la emoción.
Yo por mi parte lloraba a raudales. Al punto
que una security del cine preguntó a gritos si había médicos presentes. Se
presentaron siete. Uno dijo que era un ataque al corazón, otro que portaba el
síndrome de depresión bipolar ezquizoide agudo, otro que tenía una ortopnéa de
tanto maullar. Pero fue uno solo del hospital John Hopkins que dio el
diagnóstico certero---especialista en proctología,
-Este paciente se ha hecho en los pantalones, no sienten el olor- Todos se acercaron y retiraron sus cabezas espantados. El profesor que sabía mucho me dijo.
-Este paciente se ha hecho en los pantalones, no sienten el olor- Todos se acercaron y retiraron sus cabezas espantados. El profesor que sabía mucho me dijo.
-Hijo. Ve al baño y límpiate
bien. Es la emoción de la película cuando la mujer lanza al viento las cenizas
del fotógrafo se te aflojaron los esfínteres. No pasa nada. Ahh. Y recuerda primero limpiarte el
rostro de lágrimas y mocos pues al revés parecería que sales de una película de
horror con olores y todo.
Aquello se convirtió en una funeraria cuando
el carro fúnebre se lleva al muerto: ¡No se lo lleven! ¡No se lo lleven! Parecía que gritaba todo el
mundo en la escena final de las
camionetas.
Maryl Streep se pasó la mano por el rostro-
otro de sus movimientos característicos como buena actriz que era, para secar
sus lágrimas. La camioneta de Robert torció hacia un lado y desapareció y ahí
se fueron las fantasías de Vanesa que podía
soñar con Robert aquellos días que pasaron juntos. El marido, uno que se
acostaba con ella en la posición de misionero y luego se daba vuelta en la cama
a dormir mientras Vanesa derramaba una lágrima recordando los intensos días de
pasión que pasó con el fotógrafo parecía que dormía con una muñeca inflable. Le
dio por beber y pronto murió de una cirrosis fulminante.
Unidos, nunca serian felices. Eran almas
gemelas pero sus mundos eran completamente diferentes. Imagínense a Vanesa en Tahití
con un traje anti tiburones ayudando a Robert a fotografiar a los escualos y
como buena madre recordando a sus hijos. Robert cargaría con la culpa. Era un
egoísta.
Meryl SREEP meneó la cabeza y se rascó la
oreja derecha aunque esta ya se movía sola.
Ya al final Meryl Streep lleva uno de sus
famosos pasteles de manzana a otra mujer que había cometido adulterio. Creo que
en el fondo todos pertenecían a la Secta Testigos de Jehovah y aquel acto
significaba la exclusión de la congregación, cosa que el autor de la novela se
calla.
Y así terminó una de las películas más
románticas de esa década, medio mundo llorando, y Eastwood engrosando sus arcas
con muchos millones, pues era el director y primer actor.
Orlando Vicente Álvarez
Orlando Vicente Alvarez
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