JULIETA, EL FÚTBOL Y LOS CHURRASCOS.
Una noche me llamaron de la mutualista con
urgencia. Mi hija de 6 meses de embarazo había sido intervenida quirúrgicamente
por Eclampsia –hipertensión arterial elevada en el embarazo- aun cuando tenía
solo 6 meses de dulce espera.
Mi yerno había presenciado la cesárea y me
dijo que la beba había chillado fuertemente y que la madre estaba bien.
Yo, usando mi carnet de médico, me colé en la
CTI de prematuros. La beba estaba en una inmensa incubadora. Tan pequeña como
una muñeca chiquita, rosada y llena de tubos por doquier.
Miré sus pequeños pies y me acordé del poema
“Ismaelillo” de nuestro prócer José Martí:
“piececitos que caben en un solo beso”
Lloré de la emoción. Se veía tan frágil. Solo
pesaba entonces 860 gramos. Después fui a ver a mi hija. Estaba tranquila con
la esperanza que Dios nos da siempre frente en las contingencias. Yo no, le peleé
al Altísimo como me había enseñado mi madre hasta reconciliarme con Él en el
futuro.
A la
beba la llamaron Julieta como a la difunta madre de mi yerno.
Aumentaba de peso con los días y la leche
materna que le ordeñaban a la madre. Pero Juli era inquieta y se revolvía en su
incubadora: luchaba por más comida.
-Lo que pasa es que es una beba de mucho
carácter. Va a tener una fuerte personalidad- me dijo la Pediatra jefa del CTI infantil.
Yo las iba a ver cada día y preguntaba los
gramos que había aumentado.
Por fin la sacaron de a poco de la incubadora
y mi hija pasaba a darle el pecho directamente y a cargarla en su regazo para
que se acostumbrara al olor de su madre y caricias del padre. Yo solo la veía
de lejos.
Al fin a Julieta le dieron de alta en la
mutualista y se fue a casa con sus padres. Yo le compré muchos juguetes,
algunos que no utilizaría hasta dentro de 6 o 7 años, tan chocho estaba con mi
nieta.
Pero el padre acertó con un juguete que la
fascinó desde el primer momento: una pequeña pelota de futbol verde que ella
prefería a cualquier otro- y eso que le compré hasta dinosaurios que los
apretaba y hacían como gritos o chillidos.
Cuando ya podía manipular las cosas con sus
propias manos el pediatra le indicó charrascos asados para que se los llevara a
boca e ingiriera los jugos. Cosas de los uruguayos, primero el asado y después
los demás alimentos.
Existe un video de Juli agarrando un gran
churrasco aún caliente, gritar y soltarlo en el plato, para después tomarlo de
nuevo y saborear el gusto a carne asada.
Pero lo que más le llamaba la atención desde
su coche era ver al padre jugar al futbol con una pelota grande. Eso la ponía
alegre y la hacía gritar de placer, hasta daba pateadas con sus largas piernas.
Quizás por eso las primeras palabras que se le escuchó decir claramente eran
“Hola Papá”
Su herencia uruguaya le había proporcionado
la predilección por la carne asada y por el Futbol.
Quizás no sea como el famoso futbolista argentino
“Marangona” pero de que lo trae en la sangre es vedad.
Y yo celoso de que no pueda enseñarle algo
cubano pues quiero que sepa con el tiempo-si Dios me da algunos años- sus
raíces cubanas que en algún lado de sus genes deben estar.
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